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Soñar no cuesta nada

Que Uribe no imponga el sucesor de Duque, ojalá su último ‘ungido’, y que Petro finalmente se retire

Todos tenemos derecho a soñar, a imaginar un mundo mejor que el que nos tocó vivir. Para niños y jóvenes es tratar de visualizar el futuro que quieren disfrutar. Y yo, con casi un siglo de ‘realidad’ a cuestas, me rehúso a renunciar a mi derecho a imaginar un mejor país para quienes tienen toda una vida por delante.
(También le puede interesar: Para madres y niños)
Sueño con que los ilustres expresidentes, en lugar de ventilar sus odios personales y figurar echándose vainas o en los Pandora Papers, sean noticia porque aportan su experiencia y su influencia para ayudar al país que los honró con tan importante cargo.
Sueño con una campaña electoral y unas elecciones 2022 donde se debatan ideas y programas, donde la regla no sea atacar y enlodar a los contrincantes. Sueño con que podamos votar por, y no contra alguien.
Sueño con que los colombianos que queremos paz y no más guerra, que añoramos políticos con vocación de servir al país y no de alimentar sus feudos e intereses personales, alcemos la voz votando masivamente para decir NO MÁS a quienes atizan la polarización a punta de trinos y declaraciones maniqueas, incitando a sus enceguecidos seguidores a que, una vez más, salgan a votar “emberracados” o engañados con irresponsables quimeras populistas.
Sueño con que las “vacas sagradas” de ambos extremos cumplan su palabra una vez: que Uribe no imponga el sucesor de Duque, ojalá su último ‘ungido’, y que Petro finalmente se retire, derrotado, de la política. Sin esos atizadores de la confrontación, podemos soñar tiempos mejores.
Sueño con que los nombres que aparecen en la sección judicial de las noticias dejen de ser de políticos y funcionarios públicos. Sueño que, librados de Uribe y de Petro, los Pulgar, Aguilar, Benedetti, Torrado, Cruz, Tapia, Nule, y tantos otros etcéteras, no aparezcan debatiendo en el Congreso, ni mucho menos ocupando cargos públicos o contratando con el Estado.

Así sea una utopía, sueño con que votemos por buenos candidatos en marzo, y luego en mayo por una propuesta colectiva.

Sueño con ministros y funcionarios con capacidad de decisión con la formación, entereza y criterio para no adjudicar contratos a oferentes turbios, sino para denunciarlos y evitar que sus redes corruptas busquen más “idiotas útiles” en otras entidades del Estado.
Sueño con que Senado, Cámara y el nuevo inquilino de la Casa de Nariño en 2022 cojan el toro por los cachos y debatan con juicio, criterio, buena asesoría y visión de país y de futuro los temas candentes que año tras año son inaplazables. Esos que siempre terminan engavetados o llenos de micos que imposibilitan una discusión responsable, como por ejemplo unas reformas pensional y tributaria serias y estructurales.
Sueño con que se acabe con los regímenes especiales e injustos privilegios para magistrados y congresistas que gozan de pensiones millonarias, así hayan ocupado sus curules o cargos tan solo unos pocos días, como pago de favores o supliendo vacantes previamente acordadas o fruto de investiduras perdidas.
Sueño con que le metan mano al tamaño de Senado, Cámara, asambleas y concejos. Que se acaben prebendas injustificadas y aberrantes como carros blindados, escoltas y celulares pagados con los impuestos de los trabajadores. Y sueño ver a un número racional de legisladores trabajando cinco días a la semana, como la gran mayoría de ciudadanos de a pie, al servicio de sus electores y del país, y no de sus intereses y patrimonios personales.
Y así sea una utopía, sueño con que votemos por buenos candidatos en marzo, y luego en mayo por una propuesta colectiva en la que se logre una victoria arrasadora en primera vuelta, en la que Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo, Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Echeverry, y otros y otras como ellos, conformen un gran equipo por Colombia. No dudo de que cualquiera de ellos sería un buen presidente, y con los demás a su lado sería un equipo de lujo con diferencias ideológicas pero con capacidad de diálogo y el objetivo compartido de sacar al país de la polarización. Una Colombia con un norte común para beneficio de todos, más equitativa, menos violenta. Unida, no enfrentada.
Dirán que estoy loca… o senil… ¡pero soñar no cuesta nada!
LUCY NIETO DE SAMPER
lucynietods@gmail.com
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