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El valor de lo concreto

Para atrapar una audiencia se debe manejar el valor de lo concreto.

En la Feria Internacional del Libro, inaugurada el martes 23 en Corferias, en donde Colombia juega el doble papel de país invitante y país invitado, a lado de otras 80 naciones; y en donde escritores de este país y de otros mundos exponen sus obras más recientes, hay un nombre que suena por derecho propio en todos los pabellones de la feria: el de Gabriel García Márquez, el escritor de Aracataca quien, con su libro Cien años de soledad, publicado en 1967 en Buenos Aires, por la editorial Suramericana, encabezó el boom de la literatura latinoamericana. De paso, Colombia subió al primer plano en el mundo de las letras.
En 1984, García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura, en ceremonia que hizo historia; el escritor no usó el acostumbrado vestido negro, sino un traje de lino blanco; y, en medio del elegante banquete ofrecido por los reyes de Suecia, irrumpió un conjunto vallenato que viajó desde su tierra para homenajear al nobel, y con sus alegres canciones inundó los estirados salones de la Academia Sueca. A partir de entonces, García Márquez fue mucho más famoso, más popular, más solicitado. Los periodistas lo acosaban para entrevistarlo, y los magnates lo buscaban para invitarlo a manteles.
Gabo, como le decían sus amigos, después de recibir el premio Nobel, decidió montar un taller para hacer cine y televisión. En Cuba, a pocos kilómetros de La Habana, en la pequeña localidad llamada San Antonio de los Baños, consiguió el espacio apropiado. Entonces puso manos a la obra. Corría el año 1988, y en Colombia la televisión estaba en su apogeo. Brillaba Martha Bossio como la mejor libretista, pues fue la primera en meterles música y humor a las telenovelas, y en las pantallas de TV punteaba Gallito Ramírez, telenovela libreteada por Martha Bossio.

Gracias al sabio consejo de Gabo y a la teoría de Martha Bossio, el que quiera escribir ya sabe
que el valor de lo concreto es lo
que cuenta.

Cuenta Martha que una tarde recibió una llamada: “Habla García Márquez”, dijo la voz. Convencida de que alguien quería mamarle gallo, pues no conocía al escritor, y menos creía que él quisiera llamarla, contestó: “Aquí habla Sofía Loren”. Al otro lado del teléfono sonó una carcajada. Era García Márquez quien, de verdad, la estaba llamando. Le dijo que quería invitarla al taller de Cuba, para que con otras mujeres de Suramérica le ayudaran en lo de las telenovelas. Gabo quería hacer una telenovela: Con el amor no se juega.
Martha aceptó la invitación y en Cuba participó, con las mujeres invitadas, en los talleres dirigidos por el escritor. Lo de la telenovela de Gabo no cuajó, pues entre las asesoras no hubo consenso sobre cómo no jugar con el amor. Martha, afanada, pues llevaba casi un mes lejos de su hijo Niko, que estaba muy chiquito, le dijo a Gabo que debía regresar a Colombia. –Quiero agradecer tu ayuda –le dijo él. Para que tengas un recuerdo del taller y del trabajo que hicimos, mañana te llevo a donde un anticuario para que escojas el recuerdo que te guste.–Gracias, Gabo –dijo Martha–. No quiero regalos materiales. Prefiero un consejo tuyo, como escritor.
Martha recuerda que Gabo quedó pensativo. Luego dio una palmada en la mesa que tenía al lado y le dijo: “Ya sé. Saca de mi biblioteca un libro cualquiera y lee”. Ella sacó El coronel no tiene quien le escriba. Abrió el libro, y en la primera página leyó: “El coronel destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro...”. “¿Ves?, la interrumpió Gabo–. Todo lo que dice ahí es concreto, lo entiende cualquiera. Para atrapar una audiencia se debe manejar el valor de lo concreto”.
Tiempo después, dándole crédito a Gabo, Martha escribió una teoría sobre el valor de lo concreto, y la enseña en tres universidades: la Jorge Tadeo Lozano, la Javeriana y La Sabana. Luego, gracias al sabio consejo de Gabo y a la teoría de Martha Bossio, el que quiera escribir ya sabe que el valor de lo concreto es lo que cuenta.
lucynietods@gmail.com
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