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De sembradores y de consumidores

A pesar de miles de muertos y cantidad de desgracias, el país sigue en las mismas, o peor que antes.

Colombia es el mayor productor mundial de coca. Y el crecimiento de los cultivos ilícitos en los últimos años, tras agravar los problemas internos, ha servido para que EE. UU. tenga la intención de descertificar el país. Quiere decir: reducir o suspender los miles de dólares que aporta para la batalla antidrogas, promovida desde siempre por ese país.
No obstante, hay poderosas voces gringas que apoyan a Colombia. En entrevista concedida a Sergio Gómez, corresponsal en Washington de EL TIEMPO, el exembajador William Brownfield le dijo: “No hay nación del mundo que haya hecho tan buen trabajo en la lucha contra las drogas como Colombia. Descertificar el país habría sido una estupidez”.
A propósito de la batalla antidrogas, tema muy actual y muy candente, debe tenerse en cuenta que existen dos protagonistas: los que siembran coca, marihuana, amapola y los que consumen las drogas que los laboratorios producen con esas plantas.
Colombia, como sembradora, ha llevado siempre la peor parte. Por eso es bueno recordar que la moda de meter marihuana la trajeron a nuestra nación excombatientes gringos. Aficionados en Vietnam a esa yerba para poder soportar los horrores de la guerra, un vez finalizado el conflicto, algunos vinieron a buscar tierra para sembrar marihuana. Y la planta se sembró en cantidad, pues en EE. UU. crecían la demanda y, por supuesto, el consumo.

Colombia, como sembradora, ha llevado siempre la peor parte. Por eso es bueno recordar que la moda de meter marihuana la trajeron a nuestra nación excombatientes gringos.

La yerba se puso de moda, y muchos jóvenes colombianos se aficionaron a fumarla. Los que se sobrepasaban terminaron en centros de rehabilitación. Así comenzaron la drogadicción juvenil y también el sufrimiento de sus familias.
Tanto se extendieron los cultivos de marihuana que Colombia se convirtió en el primer productor mundial, posición que obtuvo después EE. UU. Entre tanto, este país se dedicó a la coca por culpa de Pablo Escobar, el peor de los criminales, quien comenzó importando hojas de coca, para luego producir cocaína en laboratorios que levantó en la selva. En poco tiempo, Escobar y otros narcos cubrieron el país de campos de coca. Así empieza esta trágica, aterradora e interminable historia. Pues, a pesar de miles de muertos y cantidad de desgracias, el país sigue en las mismas, o peor que antes. Erradicando matas de coca, a las buenas o a las malas, la batalla antidrogas continúa sin lograr reales avances.
Entre tanto, en EE. UU. –el mayor consumidor de drogas en el mundo–, donde tanto nos juzgan y nos controlan, el consumo de drogas ilícitas está disparado, como se deduce del artículo de Sergio Gómez publicado en este diario el 10 de septiembre.
Comienza con el caso del hombre que se aficiona a los opiáceos, hechos a base de heroína y que el médico le receta para aliviar el dolor por la fractura de unos huesos. Es un caso entre miles. Para las autoridades, “es la peor epidemia de drogas en la historia de EE. UU.”.
Según la Universidad de Columbia, entre el 2001 y el 2013 se quintuplicó el consumo de heroína. Y, según investigaciones de una entidad de la salud, entre el 2005 y el 2014 aumentó 99 por ciento el número de pacientes atendidos por abuso de opioides. El Centro de Control de Enfermedades (CDC) dice que por abuso de drogas murieron 52.000 personas en el 2012 y 59.000 en 2016. Dice el artículo que los médicos, presionados por los laboratorios, recetan opiáceos en forma rutinaria. De 79 millones de prescripciones en 1991 pasaron a 260 millones en el 2012.
Estos datos confirman que la batalla antidrogas es un fracaso. Luego EE. UU. debería atender la propuesta de muchos estudiosos y de muchos países: legalizar el consumo de drogas. De paso, los narcos perderían el negocio.
LUCY NIETO DE SAMPER
lucynietods@gmail.com
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