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Arrepentido general da un paso atrás

Echar marcha atrás después de haber firmado un documento no es equivocarse sino contradecirse.

Hace cinco años se firmó el acuerdo de paz con las Farc, proceso que demoró nada menos que seis años de largas y complicadas conversaciones, durante los cuales los comisionados del gobierno del presidente Juan Manuel Santos tuvieron que ir y venir repetidas veces a La Habana. Allí, donde los guerrilleros habían recibido asilo del Gobierno cubano para facilitar las conversaciones sobre un indispensable proceso de paz, el general en retiro Jorge Enrique Mora, como miembro de la Comisión de Negociación, participó de tiempo completo en esas reuniones y como delegado del Gobierno viajó a la capital cubana cuantas veces fue necesario. Pero ahora, sorpresivamente, acaba de dar una inesperada voltereta. O, más bien, un indecoroso paso atrás.
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En el libro titulado Los pecados de la paz, el general de tres soles se arrepiente de haber participado en esas reuniones que culminaron en la firma del acuerdo de paz. Y de manera irrespetuosa y desobligante desbarra contra su jefe, el entonces presidente Juan Manuel Santos. "La política de Santos era lograr firmar los acuerdos a como diera lugar", escribe el general Mora. "Como un tsunami arrolló la ética, la moral, la justicia, la vida y la lucha de tantos años de los colombianos de bien. La paz del presidente Santos terminó en un sofisma de distracción para justificar el terrorismo y el narcotráfico de las Farc", concluye el hoy inoportunamente arrepentido general (r).
No contento con sus envenenadas afirmaciones, el general en retiro sigue arremetiendo contra su antiguo jefe: "En su paso por el Ministerio de Defensa, él se atribuyó éxitos que no eran suyos, porque el líder es quien toma las decisiones, y en el caso de la guerra fue el presidente Uribe quien tomó las decisiones difíciles, y los soldados y policías, los guerreros que lucharon. Cuando el presidente Santos se refiere a su presencia en la política y en el conflicto colombiano, se autocalifica como halcón y paloma, para acomodar y desdibujar decisiones y acciones de la historia reciente. Se olvidó de sus superiores y de sus subalternos", escribe en su libro el general Mora.

Todo el mundo tiene el derecho de arrepentirse de sus actos. Pero hacerlo después de haber firmado un documento que cinco años después decide no compartir más es cobardía.

Este caso no puede analizarse con ligereza y sin cabeza fría, porque el protagonista no es un ciudadano común y corriente, sino un general de tres soles cargado de condecoraciones y reconocimientos, quien fue protagonista y partícipe del proceso contra el que ahora despotrica. Si bien es de humanos equivocarse y a todo el mundo le puede pasar, echar marcha atrás después de haber firmado un documento no es equivocarse sino contradecirse, algo que no le queda bien a nadie, y mucho menos a un general del Ejército Nacional, ampliamente reconocido y condecorado.
El arrepentido general trata de justificar olímpicamente ese paso atrás que pretende dar a destiempo escribiendo un libro que en últimas resulta ser no una defensa de sus posiciones, sino un botafuegos envenenado contra Santos y contra el proceso de paz. No queda para nada bien el general con semejante intento inexplicable de dar tamaño giro de 180 grados. En vez de justificarse, lo que hace es acabar de hundirse, pues si tanto desaprobaba el acuerdo, lo correcto y coherente en su momento, es decir, hace cinco años y no con rayos y centellas ahora, habría sido pararse de la mesa y pedirle al presidente Santos que lo relevara de sus obligaciones y lo sustituyera en el equipo negociador.
Menos mal que el equivocado general, tardíamente arrepentido, hace rato dejó de estar en servicio activo. Pues si siguiera al mando de sus antiguas tropas, con esta voltereta les estaría dando un pésimo ejemplo a sus soldados. Todo el mundo tiene el derecho de arrepentirse de sus actos. Pero hacerlo después de haber firmado un documento que cinco años después decide no compartir más es cobardía y deslealtad no solo con su país, sino consigo mismo. Y a un general del Ejército lo único que no se le puede aceptar es que sea desleal y actúe como un cobarde.
LUCY NIETO DE SAMPER
lucynietods@gmail.com
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