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Sí, sí, Colombia

Sí, sí, Colombia

Si Colombia vota No, podemos anticipar el fin del cese del fuego bilateral; habremos condenado al campo a la guerra; habremos caído en la trampa del lenguaje de los 'sapos'.

¿Qué podría suceder si gana el No? El mismo presidente Santos ha reconocido su dificultad para contemplar este escenario. “No tengo un plan B si no se aprueba el plebiscito”, dijo.

Si Colombia vota No, podemos anticipar el fin del cese del fuego bilateral. Este se dio antes de la votación como medida de construcción de confianza, pero debemos ser conscientes de que se podrá acabar si los colombianos rechazamos el Acuerdo Final.

Si Colombia vota No, habremos condenado al campo a la guerra. No perdamos de vista que en las zonas urbanas decidiremos lo que sucederá en las rurales. Las encuestas muestran que el Sí tiene más apoyo en las periferias. Por algo será.

Al 20 de agosto, el Centro de Recursos para Análisis del Conflicto no reportaba ni una sola acción ofensiva de las Farc durante 68 días consecutivos, registraba 42 días sin un solo combate y advertía sobre 10 acciones violatorias de las Farc en los trece meses de cese del fuego. Si esto no siembra el camino de la paz, ¿qué lo hará? A fuerza de peleas semánticas sobre la paz se ha pretendido minimizar este logro innegable.

Si Colombia vota No, los comandantes guerrilleros permanecerán en Cuba demasiado debilitados para continuar al mando de la insurgencia. Las Farc desaparecerán como fuerza más o menos cohesionada y se disolverán en grupúsculos criminales. Habremos perdido nuestra ventana de oportunidad. No habrá con quién dialogar.

Si Colombia vota No, no habrá renegociación a la medida de los opositores del proceso. Los representantes del No pueden decir que corregirán el Acuerdo, pero seamos sensatos y entendamos que, para negociar, se necesitan dos. ¿Por qué creer en la arrogancia de quienes prometen algo aun mejor cuando ellos no fueron capaces de entregarnos nada?

Si Colombia vota No, habremos caído en la trampa del lenguaje de los “sapos” diseñada para desvalorizar un resultado gana-gana para todos. Es, de lejos, el mejor de los acuerdos posibles, innovador, responsable y producto de un proceso de confianzas ganadas. Quienes apoyamos el Sí debemos defenderlo sin duda alguna y a toda voz.

Si Colombia vota No, le daremos la espalda a la comunidad internacional. Nos ayudó en los momentos más difíciles de la guerra y ahora nos acompaña en la construcción de la paz. Cuatro países –Noruega, Chile, Cuba y Venezuela– se le midieron a sacar adelante una negociación compleja y prolongada, y el mundo entero la respaldó. Estados Unidos y la Unión Europea nombraron enviados especiales, el Vaticano celebró los progresos, la OEA se mantuvo al lado del país, Naciones Unidas desplegó una misión de verificación y hasta la Fiscalía de la Corte Penal Internacional dio la bendición al marco normativo de la justicia transicional. La partida de los observadores de las Naciones Unidas, sin nada para verificar, constituirá un testimonio de nuestro fracaso. Después de semejante portazo a la paz, ¿quién en el mundo nos ayudará una vez más en la guerra? Caminaremos ese sendero solos.

Si Colombia vota Sí, ganarán la alegría, la esperanza y la convicción de que podemos cambiar. En unos pocos días, el No quedó ahogado por las iniciativas ciudadanas y las voces de las víctimas. Estamos ante una explosión de sociedad civil. Los países también necesitan soñar. Llegó el momento de decir ¡Sí, sí, Colombia; Sí, sí a la paz!


Laura Gil

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