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La República de Colombia como principio de política continental

El experimento colombiano fue un proyecto político importantísimo que debía recuperarse.

Para la mayoría de los habitantes de este país, la república de Colombia (1819-1831) fue una experiencia efímera que apenas merece recordarse por la curiosa reunión en una misma entidad, de nuestro territorio y los de Venezuela, Ecuador y Panamá. Para otros, el bicentenario que se celebra este año ha sido la excusa para aproximarse a ella desde una perspectiva nacionalista y conmemorativa que no busca comprenderla en su dimensión histórica. Pero para los neogranadinos de mediados del siglo XIX, el experimento colombiano fue un proyecto político importantísimo que debía recuperarse en su dimensión republicana y liberal.
En la década de 1850, la entonces Nueva Granada entró en un amplio proceso de reforma política, social y económica que llevó a replantear la organización política del país. El debate entre quienes creían necesario conservar la forma centralizada de gobierno, concediendo algunas facultades a las regiones, y aquellos a favor del establecimiento de una república federal derivó en la formación de un régimen mixto que buscó equilibrar las demandas de autonomía de las provincias con la necesidad de mantener una autoridad centralizada. Pero, a la vez que se discutía la organización interna de la Nueva Granada, se debatió el papel de esta en el marco latinoamericano. Fue entonces cuando la experiencia colombiana cobró una nueva vida.

Para los neogranadinos de mediados del siglo XIX, la República de Colombia, más que una experiencia histórica distante y ajena, representaba una serie de principios

Para el político y publicista José María Samper, la república de Colombia podía y debía ser refundada. Pero no en los términos en que la había concebido Bolívar varias décadas atrás, es decir, no desde su naturaleza “guerrera, militar, absolutista y unitaria”, sino como una alianza política continental de varios niveles. Fundada en principios liberales, la Federación Colombiana se construiría, primero, como una federación al estilo de la Unión Americana a partir de Ecuador, Venezuela, la Nueva Granada y Centroamérica. Gobernado cada uno de esos Estados de forma autónoma, tendrían en común las relaciones exteriores y el manejo de la deuda pública. En una segunda etapa se constituiría una confederación de toda la América española como una alianza de nacionalidades independientes ligadas por un código de derecho internacional, que tendría como fin oponerse a las tendencias reaccionarias que se vislumbraban desde Europa. Ninguna de estas ideas era nueva, toda vez que se habían enunciado en la década de los treinta y de nuevo en 1847, cuando se reunieron en Lima los plenipotenciarios de Bolivia, Chile, Ecuador, Nueva Granada y Perú con el fin de suscribir un tratado de confederación de las repúblicas hispanoamericanas.
La importancia de establecer una alianza entre diferentes repúblicas latinoamericanas que tomaría por base la antigua Colombia fue reconocida por el Congreso de la Nueva Granada. Entre 1856 y 1857, este llevó a cabo diversas gestiones con las legislaturas de Ecuador y Venezuela para reconstruirla, atendiendo el artículo transitorio de la Constitución de 1853, que facultaba al Poder Ejecutivo “para celebrar tratados” con aquellas repúblicas “sobre el restablecimiento de la Unión Colombiana bajo un sistema federal”. Aunque hubo temores de establecer una alianza con Venezuela dado el régimen político entonces vigente en aquel país, catalogado por muchos neogranadinos como dictatorial y contrario a los principios liberales que regían en la Nueva Granada, tanto su Congreso como el de Ecuador se mostraron dispuestos a discutir la propuesta. No obstante, la dificultad para concretar la naturaleza y el alcance de esa nueva alianza y las coyunturas políticas propias de cada país la ubicaron más en el terreno del deseo que en el de la posibilidad.
Su formulación y las acciones legislativas que se emprendieron para llevarla a efecto nos dejan ver que para los neogranadinos de mediados del siglo XIX, la República de Colombia, más que una experiencia histórica distante y ajena, representaba una serie de principios y un modelo de asociación política basada en el respeto mutuo, en la defensa común y en la valoración de una tradición y un legado cultural compartido. La búsqueda de formas de asociación supranacionales sigue siendo un objetivo común que ha permitido ensayar, a lo largo del siglo XX, diferentes modelos con muy diversos resultados. Esperemos que el bicentenario sea una oportunidad para repensar la naturaleza, relevancia y necesidad de la integración latinoamericana.
Paola Ruiz. Doctora en Historia por El Colegio de México. Investigadora independiente
* La columna bicentenaria es un proyecto colectivo coordinado por los profesores Daniel Gutiérrez (Universidad Externado) y Franz Hensel (Universidad del Rosario), en el que científicos sociales buscan dar perspectiva al bicentenario que se celebrará con motivo de la batalla de Boyacá y la creación de la República de Colombia.
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