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La cátedra que falta

Sería bueno que en Colombia existiera una cátedra que muestre el inmenso daño del tráfico de drogas.

Sé bien que en estos días pandémicos la ministra de Educación anda bastante ocupada revisando día tras día la evolución de sus estrategias para mantener los procesos educativos a flote, al tiempo que verifica y plantea los futuros lineamientos de un sector seriamente afectado por el confinamiento. A pesar de ello, y me excusará la ministra que le ponga más trabajo, pero hoy utilizaré esta columna para plantearle una idea.
Desde comienzos de este año empezó a dictarse en los colegios del país la cátedra de historia de Colombia, asignatura que había desaparecido del pénsum académico desde hace más de treinta años. Fue gracias a una ley aprobada en el Congreso en el 2018 como se recuperó esta materia, que hasta diciembre pasado hacía parte de ese sancocho bautizado ‘ciencias sociales’, en donde apenas se lograban dar pinceladas del necesario conocimiento sobre nuestro pasado.
Llama la atención que entre los procesos históricos que ahora hacen parte de esta asignatura esté el necesario aprendizaje sobre los hechos que condujeron a la creación de las guerrillas, al tiempo que las realidades que llevaron a la configuración de los grupos paramilitares. Hasta ahí está muy bien: es necesario que desde el colegio se entienda qué realidad política y social nos llevó a la debacle violenta que hoy vivimos.

Que desde las aulas se entienda el narcotráfico como el maldito sino que ha destruido la moral de un país, convirtiendo al narcotraficante en el poderoso nuevo rico que muchos jóvenes desean imitar

Sin embargo, me llama la atención que el asunto del narcotráfico, antes que presentarse como un problema central del pasado reciente en la historia de nuestro país, aparece como un ingrediente más de la construcción de nuestro presente. Y no me refiero a que nos cuenten cómo ha sido la evolución de las hectáreas cultivadas, la aparición de los carteles o los esfuerzos conjuntos con otros países (como Estados Unidos) para combatir el narcotráfico. Cuando hablo de armar una cátedra sobre el narcotráfico, pienso en hacer un ejercicio para que desde las aulas se entienda el narcotráfico como el maldito sino que ha destruido la moral de un país, convirtiendo al narcotraficante en el poderoso nuevo rico que muchos jóvenes desean imitar.
No sé si valga la pena el parangón, pero de la misma manera como en Alemania se dictan clases en los colegios para enseñar lo que fue el nazismo y entender el daño que les hizo a ese país y a la humanidad, sería bueno que en Colombia nos esforzáramos por crear una cátedra obligatoria en donde se muestre el inmenso daño que a lo largo de décadas le ha hecho el tráfico de drogas a nuestra sociedad.
Obviamente, no pienso en una cátedra moralista ni moralizante en la que se señalen las drogas y su consumo como el problema. Esa es una discusión bien distinta. Pero sí es urgente mostrar que el negocio del tráfico ilegal está lejos de hacerle bien a un país, sobre todo cuando este ha impregnado la política.
Es más, propongo que no sea solo una cátedra sobre el ‘narco’, sino también sobre la corrupción. También es necesario mostrar a los niños y jóvenes desde muy temprana edad que ha habido en la historia de nuestro país unos pícaros que se han dedicado a robar la plata de todos los colombianos. Es clave enseñar a los estudiantes que quienes se han robado nuestros recursos son muchas veces los personajes perfumados que aparecen en la televisión.
En fin, poco es el espacio para desarrollar la idea, pero tal vez valga la pena dar la discusión: ¿es necesario que en los colegios se hable de esos temas incómodos para la sociedad pero definitivos en la construcción del país que hoy tenemos que vivir?
#PreguntaSuelta: es en serio, ¿hasta cuándo va a ir el programa diario de televisión del presidente Duque? ¿No se han dado cuenta de que hay momentos en que están rellenando porque sí?
JUAN PABLO CALVÁS
En Twitter: @JuanPabloCalvas
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