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Basta con mirar hacia la Mojana para darse cuenta que estamos en una bicicleta estática.

Juan Pablo Calvás
Lo he puesto como ejemplo varias veces en este espacio: Colombia es una bicicleta estática. Se pedalea, se pedalea, se pedalea y aunque al final uno termina mamado, cansado, de tanto pedalear pueden pasar días, meses o años y no se avanza. Seguimos en lo mismo.
Basta con mirar hacia la Mojana en Sucre, Córdoba y Bolívar para darse cuenta que estamos en una bicicleta estática.
Hace 10 años. ¡10 años! Colombia vivió la que hasta el momento ha sido la peor temporada de lluvias de la que exista registro. Recuerdo las carreteras borradas. Pueblos completos inundados con el agua por encima de los techos de las viviendas. Cientos de cabezas de ganado perdidas y decenas de hectáreas de cultivos echadas a perder.
En aquel entonces hubo solidaridad nacional e internacional. Las grandes empresas entregaron recursos para la recuperación de las zonas afectadas y se hicieron grandes promesas de que a través de una oficina creada para tal fin, llamada Fondo de Adaptación, se avanzaría en las obras para prevenir que hechos como los de esa terrible ola invernal se repitiesen.
Han pasado 10 años y los grandes diques y obras de prevención para La Mojana no se hicieron. Seguimos en proyectos y modelos y propuestas. Pero la solución no llegó y hoy pueblos y campos están bajo el agua.
Hace tres años, apenas hubo cambio de gobierno, desde el Ministerio de Transporte anunciaron que se revisaría el proyecto para recuperar la navegabilidad del río Magdalena para hacer uno mucho mejor, más completo, de mayor alcance.
Han pasado tres años y no hay proyecto. Los habitantes de la ribera del Magdalena siguen esperando mientras que los empresarios que necesitan que el puerto de Barranquilla funcione como un reloj ya están cansados de seguir luchando por un puerto cuyo acceso siempre está en suspenso.

Como colombianos parece que toca acostumbrarnos a perder, porque quienes deben responder por el desbarajuste nunca aceptan el más mínimo error.

Hace un año y medio, en pleno evento de la Federación de Departamentos, el presidente Duque anunció y pidió con urgencia una reforma a las Corporaciones Autónomas Regionales para que estas dejen de ser botín de políticos y politiqueros. La misma promesa la hizo Juan Manuel Santos hace más de 10 años.
La semana pasada se conocieron dos denuncias sobre las CAR. Por un lado, el gerente de Cormagdalena cobrando cerca de 70 millones de pesos en viáticos, a pesar de que muchos de esos viajes son a su natal Barranquilla para quedarse a dormir en su propia casa con esposa e hijos. Por otro lado, el presunto fraude con suplantación de correos electrónicos en la elección de los delegados en el Consejo Directivo de la CAR Cundinamarca.
¿Y los anuncios de los presidentes? Un saludo a la bandera.
Y para no ir más lejos, la columna de hace dos días en estas mismas páginas editoriales hecha por Germán Vargas Lleras sobre presuntos hechos de corrupción en la licitación de nuestros correos nacionales, ahora conocidos como 4-72.
Han pasado años y años desde que se denunció como un grupillo de empresas se queda siempre con ese jugoso contrato. Y mientras tanto el sistema postal nacional sigue siendo deficiente. Las encomiendas se pierden. Las cartas no llegan. Nadie responde por nada.
Y con esas denuncias, así como con las demás, no pasa nada.
Este inventario de la bicicleta estática es una vergüenza aquí o en cualquier lugar del mundo, pero qué más da. Como colombianos parece que toca acostumbrarnos a perder, porque quienes deben responder por el desbarajuste nunca aceptan el más mínimo error, mentira o falta. ¡Qué dolor! Parece que el Presidente tiene razón cuando afirma que “pareciera que hay más garantías para los victimarios que para las víctimas”.
#PreguntaSuelta: ¿quién se aprovecha de quién? ¿Epa Colombia de Uribe? ¿Uribe de Epa Colombia?
JUAN PABLO CALVÁS
@juanpablocalvas
(Lea todas las columnas de Juan Pablo Calvás en EL TIEMPO, aquí)
Juan Pablo Calvás
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