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Duque siglo XX

‘Conéctate con Duque’ pareciera una prueba más de la desconexión del Presidente con el país.

Juan Pablo Calvás
El sábado pasado me quedé mirando la fotografía del presidente Duque feliz, mientras inauguraba la primera estación de carga eléctrica de Terpel para Colombia. La sonrisa de los protagonistas de la foto, comenzando por la del mismo Presidente, es el reflejo de un país que da (finalmente) un paso importante dentro del objetivo de empezar la necesaria transición de vehículos de combustión hacia unos movidos por energías limpias.
Esa foto y esa noticia deberían ser hitos para Colombia de no ser porque las preocupaciones que hoy nos invaden no parecieran del siglo XXI, sino del anterior. Nuestra política va signada por los problemas del ayer y no los del presente, de ahí que un paso clave en la lucha contra la crisis climática que azota el planeta sea apenas una nota de color dentro del registro del devenir nacional.
En vez de celebrar la movilidad eléctrica, una amplia porción del país vive preocupada por la amenaza comunista que desde Cuba y Venezuela se cierne sobre nosotros. Cunde el temor ante la influencia del tal Foro de São Paulo, que busca desestabilizar la democracia e instaurar un gobierno de izquierda. En fin, el apocalipsis.

Conectarse con Colombia no es ver al ciudadano como enemigo o amenaza. Conectarse es entender que el descontento puede ser el punto de partida para un país mejor

Esos mismos que hablan del Foro de São Paulo dicen que las redes sociales están inundadas de mamertos-comunistas que convocan las marchas del próximo 21 de noviembre. Sin embargo, los macartistas, que ven mamertos-comunistas por doquier, se equivocan en gran medida, pues terminan metiendo en la bolsa del mamertismo a un sinfín de personas que lejos están de esas posiciones políticas procomunistas. Pero, eso sí, el mensaje cala: hay un enemigo externo que quiere controlar el país, que quiere quitarnos lo que hemos conseguido a través de años de trabajo y esfuerzo. Mejor dicho, estamos en 1958.
Ante las críticas y tantas voces disonantes, el Gobierno se inventa un programa de televisión llamado Conéctate con Duque que parece sacado de la televisión venezolana (¿se acuerdan de Aló, Presidente?) y realizado como si estuviéramos en 1989. El Presidente, como moderador, habla con sus ministros y con colombianos de a pie (o al menos eso parecen) para dejar en claro que los motivos de las protestas que se darán dentro de un par de días son infundados. Interesante idea para comunicar, de no ser porque nadie se aguanta un programa de televisión de tres horas con el Presidente hablando de asuntos de política interna. Es imposible que aquellos que están descontentos con el Gobierno atiendan el llamado del Presidente desde el Canal Institucional. Ese no es el canal para hablarles a los colombianos del siglo XXI. De hecho, me pregunto: ¿alguien ve ese canal?
Desconfío de esos formatos preparados y libreteados para que se luzca el personaje. Y creo que así les pasa a la mayoría de los mortales. Conéctate con Duque pareciera una prueba más de la desconexión del Presidente con el país y con el tiempo en que vivimos.
En tiempos en que la gente se comunica e informa a través de las redes, con mensajes cortos y videos breves, pensar en conectar al Presidente a través de un formato aburrido y ladrilludo parece un esfuerzo para desconectarlo.
Conectarse con Colombia implica entender los clamores de la gente. La angustia ante los nuevos impuestos. La preocupación de aquellos que no saben si podrán tener una universidad pública de calidad. El miedo a quedarse sin pensión o a que esta sea algo simbólico.
Conectarse con Colombia no es ver al ciudadano como enemigo o amenaza.
Conectarse es entender que el descontento puede ser el punto de partida para un país mejor. De lo contrario seguiremos alimentando el fantasma del siglo XX que se cierne sobre nosotros.
#PreguntaSuelta: ¿tan mal estamos de profesionales jóvenes que al Presidente le tocó sacar a Claudia Blum de su retiro para asumir el Ministerio de Relaciones Exteriores?
Juan Pablo Calvás
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