El anuncio del cese bilateral debería haber desatado una inmensa alegría colectiva. No es poca cosa lo que implica. Cuando nuestra selección de fútbol gana un partido, a las calles salen multitudes envueltas en la bandera tricolor gritando jubilosas por la grandeza de Colombia. En cambio, ni el día que se anuncia el acuerdo con las Farc ni el día que inicia el cese bilateral se produce una movilización espontánea de la ciudadanía. ¿Por qué?
Porque hay desconfianza e incertidumbre. Porque millones de colombianos, tal como lo muestran las encuestas, no confían ni en el Gobierno ni en las Farc. Porque mucha gente cree que hay gato encerrado entre tanta palabrería de las 297 páginas cuya lectura se dificulta hasta para los más veteranos juristas. Porque las Farc no pronunciaron la palabra perdón durante los anuncios del acuerdo.
Hay más. Porque las Farc no han devuelto los niños reclutados y poco ha hecho el Gobierno para exigirlo. Porque durante la negociación se multiplicaron los cultivos ilícitos y se fortaleció el esquema narcotraficante. Porque aumentó la minería ilegal. Porque se acordó todo sin que les exigieran poner de sus recursos para reparar sus víctimas mientras anuncian más impuestos para los colombianos. Porque la campaña del plebiscito luce desequilibrada y sin garantías para los del No. En fin...
El cese bilateral puede convertirse en la mejor campaña para el Si o en la sepultura de los acuerdos. Dependerá de que Gobierno y guerrilla puedan demostrar con hechos que, de verdad, viene un cambio que amerite apoyar el proceso y que no nos espera más de lo mismo que hemos padecido en los últimos 52 años tras premiar a las Farc con las inmensas concesiones prodigadas en los acuerdos. He aquí algunas preguntas que pueden resultar ilustrativas.
¿En qué se diferencia lo que venía sucediendo de lo que va a suceder a partir de hoy si las tropas del Estado ya estaban prácticamente replegadas los últimos dos años? ¿Qué será distinto? ¿El cese bilateral incluye el retorno inmediato de los niños reclutados irregularmente? ¿Será el cese bilateral una patente para que se prolongue en el tiempo la actividad criminal del narcotráfico? ¿Es verdad que hay un compromiso de no afectar con la Fuerza Pública los laboratorios de algunos frentes de las Farc?
¿Durante el cese bilateral se seguirá tolerando la minería ilegal? ¿Y cómo reaccionará nuestra Fuerza Pública si a partir de hoy se siguen denunciando extorsiones efectuadas por las Farc? ¿Cómo debe proceder un ciudadano si las Farc lo siguen extorsionando? ¿Y qué pasará si se establece que persiste cualquiera de estas actividades criminales? ¿Qué protocolos y efectos se acordaron ante acusaciones ciudadanas o de las partes sobre violaciones del cese bilateral?
¿Cómo se procederá en zonas donde las Farc han desplegado actividades criminales en conjunto con otros grupos? ¿Cómo evitar que se endosen las actividades criminales de las Farc al Eln, a las ‘bacrim’ o a las ‘farcrim’? Finalmente, ¿vamos al plebiscito para decidir sobre el futuro de las Farc mientras estas conservan sus armas? ¿Cómo evitar que las armas no entregadas ni dejadas generen intimidación entre los votantes del plebiscito?
¿Cuándo aclarará la Honorable Corte Constitucional ese punto de la sentencia, tal como lo solicitamos con los doctores Castro, Lleras, Nieto, Yepes y Ortiz? ¿O acaso tolerará que su sentencia se convierta en letra muerta frente a las garantías tal como está pasando con la denegación del derecho al voto de algunos colombianos en el extranjero?
Ojalá por el bien de Colombia este cese bilateral que está arrancando acelere con resultados tangibles el desmonte de todas las actividades terroristas de las Farc y de sus fuentes de financiación. Ya veremos qué pasa.
JUAN LOZANO