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Bolívar vs. Roy

Bolívar vs. Roy

No hay cuña que más apriete que la del mismo palo. Bolívar es la cuña. Roy por ahora maneja el palo.

No es una simple pelea entre dos senadores. No. Ni es tampoco un incidente aislado. Es la expresión elocuente de dos fuerzas que se conjugaron para elegir a Petro, y ahora han madrugado a hacer valer lo suyo y a representar a sus electores.

Petro no se habría elegido sin una base popular de gente muy joven hastiada con los viejos políticos, indómita, beligerante, que no está dispuesta a entregarles a aquellos contra quienes combatieron los importantes espacios de poder que han conseguido. Desde primeras líneas hasta estudiantes tranquilos deseosos de “cambio”, pasando por las juventudes populares urbanas y campesinas que ven con esperanza a Petro. Bolívar los ha representado.

Pero tampoco se habría elegido Petro sin los políticos tradicionales y las organizaciones políticas de la vieja guardia reclutadas por Armando Benedetti y Roy Barreras que sumaron los votos de maquinaria necesarios para superar a Rodolfo (¿lo recuerdan? Un simpático tiktokero que había sido alcalde de Bucaramanga y prometía luchar sin tregua contra la corrupción hasta que frenó en seco su ‘rodolfoneta’ para segunda vuelta).

Bolívar y Roy son el agua y el aceite del Pacto Histórico. Encarnan las dos vertientes que marcharán en sentido contrario por los corredores de la Casa de Nariño a partir del 7 de agosto. Reflejan la contradicción interna del equipo del nuevo gobierno y, aunque permanecen cada uno a su manera y en sus tiempos leales a Petro, debutan en el poder marcándose distancias y pelándose colmillos.

En un principio la pelea la estaba ganando Bolívar, quien se quedó ni más ni menos que con la cabeza de lista del Pacto Histórico, mientras que a Roy le reservaron un seguro y confortable pero modesto quinto lugar. Pero las cosas han ido cambiando. Roy ha ganado los últimos pulsos, está elegido como presidente del Congreso y le impondrá la banda presidencial a Petro.

Bolívar no ha ahorrado adjetivos ni advertencias. Ha expresado la frustración de quienes querían un cambio profundo y se han tenido que resignar con la resurrección de algunos ‘difuntos’ que valorizaron sus curules parlamentarias y negociaron a la vieja usanza la consabida gobernabilidad.

Y el mismo Bolívar ha dicho que será guardián de la pulcritud del proyecto político. Tarea titánica que pronto se encontrará, cara a cara, con los representantes de los partidos tradicionales neopetristas en ejercicio de importantes cargos, quizás nombrados en ministerios, gerencias y direcciones de importantes instituciones.

Por ahora, Petro parece haber preferido el control del Congreso. Roy ha crecido políticamente y tendrá un inmenso poder. Pero Bolívar también crece. Y se consolida con los electores de la base petrista.

No hay cuña que más apriete que la del mismo palo, decían nuestros viejos. Bolívar es la cuña. Pero Roy, por ahora, maneja el palo. ¿Para dónde va Petro? ¿Logrará mantener alineados cuña y palo? ¿Se convertirá Roy en el ‘alter ego’ de Petro, en su hombre más cercano, en su mejor amigo y aliado y logrará darle larga vida a la coalición? ¿O se jugarán por un modelo de aplanadora efímera para sacar las reformas más urgentes y luego volver a romper con los políticos tradicionales? ¿Logrará Roy matizar el radicalismo de algunos petristas a punta de faena parlamentaria? ¿Cuánto durará la luna de miel? ¿Qué pasará cuando en la calle los jóvenes y las bases populares sientan el olor a ‘mermelada’?

No tengo esas respuestas. Lo que sí me quedó claro es que Petro arranca pisando duro. Muy duro. Y también me quedó claro que tendrá que lidiar con una pelea de largo aliento entre los sectores enfrentados que representan sus dos alfiles. Ojalá unos y otros obren con el patriotismo y la grandeza que por momentos parecieron haberse ausentado en la inédita sesión de instalación del nuevo Congreso. Esto apenas está comenzando.

JUAN LOZANO

(Lea todas las columnas de Juan Lozano en EL TIEMPO, aquí).

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