Nuestros deportistas en la cúspide del podio nacional, convertidos en ejemplos vivos de virtudes y coraje. Inmensos. Caterine Ibargüen, su salto y su sonrisa, que ya son patrimonio nacional. La doblemente dorada Mariana Pajón. El fabuloso Nairo. El gran Óscar Figueroa; y con ellos, los otros medallistas olímpicos: Ingrit Valencia, Yuberjen Martínez, Yuri Alvear, Carlos Ramírez, Luis Javier Mosquera y los 17 medallistas paralímpicos, encabezados por Carlos Daniel Serrano y Mauricio Andrés Valencia.
La reducción de muertes violentas. Este año se mantuvo la tendencia de reducción de muertes violentas que ha venido evidenciándose en la última década. Aunque la cifra todavía es muy alta, cercana a 1.000 por mes, la mejoría frente a las últimas décadas del siglo XX es notable. El homicidio de agentes de la Fuerza Pública tiene un descenso muy importante, producto, entre otros factores, del cese del fuego bilateral con las Farc y de la reducción en la operatividad militar.
Lo maloEl desbarajuste económico. En el 2016 no se cumplieron los pronósticos del Ministerio de Hacienda sino que, por el contrario, la inflación estuvo descontrolada, golpeando severamente el bolsillo de los colombianos; los déficits gemelos mantienen prendidas las alarmas, y la cifra de crecimiento económico fue deplorable, muy por debajo de las predicciones oficiales, con el riesgo de que ni siquiera llegue al 2 por ciento. A los manifiestos errores del Gobierno, el crecimiento burocrático y la corrupción disparada se sumó la descolgada de los precios del petróleo.
La amarga polarización. El proceso de negociación entre el Gobierno y las Farc no logró convocar una real unidad nacional ni generar un clima de confianza entre los ciudadanos para luchar unidos con el propósito de sacar adelante el país. Lejos de eso, entre plebiscito, refrendación, palomas, decisiones de altas Cortes y conejos, se profundizaron las divisiones. No valieron ni Papa ni Nobel. El Gobierno, asistido por las mayorías parlamentarias y la ‘mermelada’, activó un implacable buldócer que amenaza pilares institucionales. La calidad del diálogo entre los dirigentes se ha deteriorado peligrosamente, entre ofensas reiteradas, acusaciones e insultos.
Lo feoLa corrupción generalizada. Reficar y Bioenergy comprometen cifras multimillonarias. Y no son casos aislados. El sistema político colombiano incubó una siniestra fábrica de contratos, con mordida incorporada, en los niveles nacional, departamental y municipal. Las generalizaciones son necias, pero el grueso de la clase política está tomada por la corrupción con ‘mermelada’ de todos los sabores. Cierra el año con el escándalo de Odebrecht, donde los funcionarios de los gobiernos de Santos y de Uribe que sean responsables deben ser enjuiciados con la mayor severidad. Hay esperanza en el buen desempeño del fiscal Néstor H. Martínez.
Lo atrozLa reforma tributaria, por su aprobación a pupitrazos de medianoche mientras el país dormía y por sus contenidos regresivos, que aumentarán las inequidades entre los colombianos y harán más dura la vida para los más pobres.
Los abusos, agresiones y crímenes contra los niños. Cerca de 100 menores wayús han muerto de hambre, desnutrición, incomprensión y abandono este año. El crimen de Yuliana Samboní y centenares de casos más en este nefasto 2016 para los niños colombianos retratan la inmensidad de la tragedia de una sociedad que no se toma en serio la protección de la infancia ni la defensa a ultranza de sus sagrados derechos. El propio Gobierno ha dado muy mal ejemplo tolerando la permanencia criminal de los menores reclutados ilegalmente en las filas de las Farc.
Con la esperanza de que el año próximo sea mejor para todos, auguro a los amables lectores de esta columna un feliz y venturoso 2017.
JUAN LOZANO