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El extremo centro de Santos

En este relato se confunde la biografía del autor con la historia de los últimos 50 años.

Juan Fernando Cristo
Un libro necesario el de Enrique Santos. En forma amena y directa, nos recrea la Colombia que le tocó, la que nos tocó. Los jóvenes de este milenio seguramente creerán que leen uno de esos apasionantes thrillers, por la crudeza e inverosimilitud de los violentos hechos que narra. La conclusión optimista después de leer esta historia es que somos un pueblo berraco que, a pesar de todas las adversidades, fue capaz de derrotar a los más dementes criminales y convertirse en la nación que es hoy. La pesimista sería que, definitivamente, somos un país condenado a la violencia sin remedio.
En este relato se confunde la biografía del autor con la historia de los últimos 50 años. La influencia que tuvo EL TIEMPO en la Colombia del siglo XX llevó a analistas de todos los sectores a señalar que en el país era más importante ser director del periódico que presidente. Una afirmación que podría generar burlas entre los millennials de hoy, que nunca han tenido un periódico en sus manos y se informan solo a través de las redes. Así era la Colombia de esos años, y Santos nos cuenta la forma como EL TIEMPO manejaba el poder y, al mismo tiempo, las luchas por ese poder en el diario.
Resulta interesante conocer las luchas internas en la izquierda colombiana de los 60 y 70. Repasar el surgimiento de movimientos guerrilleros como el M-19 y el Ejército de Liberación Nacional, que iniciaron su levantamiento armado con gran simpatía de la gente y terminaron generando una absurda violencia contra la población civil que los desprestigió.
Para quienes vivimos como estudiantes universitarios la segunda década de los 80 es duro recordar una época que nos marcó por siempre. El asesinato de Rodrigo Lara, el Palacio de Justicia, el asesinato de Galán, Pizarro, Guillermo Cano y Carlos Mauro Hoyos; el nacimiento de los grupos de autodefensa que terminaron siendo tan salvajes como la guerrilla y, al final, el surgimiento de una nueva esperanza para Colombia con el acuerdo de paz con el M-19 y la convocatoria a una constituyente.
En fin, son muchos los episodios que nos cuenta Santos a lo largo de estas páginas. Sus miedos frente a la ola terrorista de Pablo Escobar, su relación con los distintos presidentes o el momento en el que pasó de ser el contestatario y brillante columnista de izquierda al sereno y conservador director que respaldó el gobierno de Uribe con el argumento de frenar la guerrilla de las Farc, que insistía en la violencia armada.
Es el momento en el que entra a militar en el extremo centro, como él mismo se define, tan necesario en el mundo polarizado de hoy, que se mueve entre los riesgos del populismo de derecha y de izquierda.
Y, finalmente, llega con inteligencia y frialdad a los ocho años de gobierno de su hermano, páginas en las que, sin grandes revelaciones, describe un proceso de paz que cambió la historia del país. Combina su convicción de que la negociación política es el único camino sensato para acabar el conflicto con la certeza íntima de que Santos era la persona apropiada para liderar ese esfuerzo.
Nos muestra, con detalles desconocidos, especialmente de la fase exploratoria, cómo se fue abriendo paso con dificultades la posibilidad de desmovilizar y desarmar la guerrilla más poderosa de Colombia. Y no ahorra críticas a equivocaciones del Gobierno en la implementación del mismo acuerdo.
Un libro que las nuevas generaciones deberían leer. Es una forma sencilla de conocer nuestra historia reciente, marcada por la violencia. Una larga columna de ‘Contraescape’ en la que vamos de los momentos más difíciles de nuestra democracia al país de hoy, que, aun en medio de la polarización, la persistencia del narcotráfico y la desigualdad social, avanza y se consolida como una nación que superó a pulso las grandes adversidades de las últimas décadas.
Juan Fernando Cristo
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