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Mujeres con carácter en ‘El bazar de los idiotas’

En esta novela, seis mujeres marcan con sus actitudes la vida diaria de Tuluá.

José Miguel Alzate
Son muchos los tópicos que sobre el comportamiento de la sociedad tulueña aborda Gustavo Álvarez Gardeazábal en El bazar de los idiotas. En la novela que le siguió en orden de publicación a Cóndores no entierran todos los días, el novelista trabaja un tema que ya había tratado, tangencialmente, en el libro sobre la violencia política que sacudió al Valle del Cauca. Es el referente al carácter de la mujer tulueña. Eso lo descubrió Otto Morales Benítez después de leerla. Y lo dijo en un artículo que, para esa época, publicó en este diario, que luego incluyó en su libro Aguja de marear. Escribió el ilustre caldense que Gertrudis Potes “era el símbolo de la paz y la justicia”. Todo porque con su bastón de plata imponía en Tuluá su autoridad moral. León María Lozano nada pudo hacer contra ella.
Donde mejor está retratado el carácter de la mujer tulueña es en El bazar de los idiotas. En esta novela, seis mujeres marcan con sus actitudes la vida diaria de Tuluá. Son insumisas y contestatarias. No aceptan las imposiciones de los hombres y protestan cuando sienten vulnerados sus derechos. Hablan duro y se hacen escuchar. Exigen respeto, y si alguien quiere pisotear su dignidad, responden con carácter. Imponen su voluntad cuando es necesario, y les hacen la vida imposible a quienes no las aceptan entre el círculo de sus amistades. Todas las mujeres de El bazar de los idiotas tienen una historia para contar. Mientras Marcianita Barona sufre humillaciones en el colegio, Tille Uribe se enamora de un animal. Otras, como Paulina Sarmiento, disfrutan haciéndoles maldades a las personas que odian.
Las seis mujeres que en la novela tienen un carácter férreo son Marcianita Barona, Inesita González, Nina Pérez, Tille Uribe, Paulina Sarmiento y Chuchú. La primera es la mamá de los idiotas. Hija de Manuela Barona, nació de una relación que ella tuvo con el padre Tascón, párroco de Tuluá. Desde antes de nacer, Paulina Sarmiento la llamó el demonio del pueblo. Inesita González, por su parte, es una mujer hermosa que, contra el querer de la oligarquía caleña, es escogida para representar al Valle en el Reinado Nacional de la Belleza. Era tan hermosa que todos en Tuluá estaban seguros de que se traería la corona. Pero el destino le jugó una mala pasada: quedó paralítica el día que todo estaba listo para viajar a Cartagena, y se frustró el sueño de Tuluá de tener una reina nacional de la belleza.
Chuchú es una mujer que no tiene par en Tuluá. Nadie supo nunca su apellido, y su fama de favorecida de Dios se regó por todas partes. También porque, después de que su prometido murió de tifo una semana antes de casarse, nadie fue capaz de enamorarla. Desde entonces comenzó a guardar un riguroso luto, que la gente interpretaba como expresión de dolor hacia el Milagroso de Buga. Ella organizaba, cada año, la peregrinación hasta su santuario. Chuchú es una mujer de una fe ciega en Dios. La gente cree tanto en ella que los moribundos la llaman en sus estertores para que les diga qué deben hacer para ganarse el cielo. Jamás asiste a un matrimonio, y si en la misa a la que asiste se celebra uno, se sale de la iglesia. Ella se encargó de denunciar lo que sucedía alrededor de los idiotas.
Nina Pérez, Tille Uribe y Paulina Sarmiento son otro tipo de mujeres. Envidiosa la última, líder cívica la primera, apegada a fetichismos la segunda, tienen presencia como mujeres llenas de fortaleza, con personalidad, en El bazar de los idiotas. Tille Uribe es la hija del doctor Tomas Uribe, el médico que atendió a los idiotas, los hijos de Marcianita Barona, cuando al nacer demostraron que no eran niños normales. Tiene en su casa un papagayo al que le brinda los cariños que se le brindan a un amante. El animal es el que le da sentido a su vida. Tanto que, cuando el papagayo se enferma, lo lleva donde los idiotas para que ellos lo curen. Lo hizo porque fue testigo de la forma como ellos curaron al hermano Andrés Hurtado después de que una araña lo mordiera mientras hacía una demostración en el Teatro Sarmiento.
¿Y quiénes son Paulina Sarmiento y Nina Pérez? Álvarez Gardeazábal las retrata con sus defectos y sus virtudes. La Sarmiento es una mujer llena de odios. A Manuela Barona, la mamá de Marcianita, le tenía tanta ojeriza que una noche se atrevió a treparse en una escalera que había puesto contra el techo de su casa para dejarle en el patio un bebedizo mortal. De otro lado, Nina Pérez, una mujer “franca, leal y apasionada”, con una gordura que le impedía sentarse en una silla, tiene un compromiso sincero con el progreso de Tuluá. Organiza bazares, reinados, carnavales y colectas para todo tipo de obra social. Ella simboliza a la líder cívica que le sirve a la comunidad. Todas estas mujeres tienen en común su franqueza para decir las cosas y su sentido de pertenencia por la tierra donde viven.
José Miguel Alzate
José Miguel Alzate
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