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El paro colombiano en Twitter es la guerra civil digital

¿Cómo no incendiarse uno mismo contra el mundo al ver que muere la gente así nomás en las calles?

¡Todo es absolutamente frenético! Lo que hemos visto en Twitter durante estos días de paro, vandalismo y protesta es abrumador. ¡No hay pausa! ¡Leemos en milésimas de segundos mensajes en contra de Iván Duque, la Policía, la guerrilla, los vándalos y los indígenas! ¡Retuiteamos, criticamos, insultamos y peleamos! Y tras la publicación de un video que nos deja sin aliento llega otro peor; y así también aparecen las ofensas, la catarsis, el estallido socia. ¡Del activismo digital a la guerra civil digital! ¡A la lucha! ¡Todos a pelear por un mejor país! ¡Es que no podemos seguir así! ¡No más!
¿Cómo no incendiarse uno mismo contra el mundo al ver que muere la gente así nomás en las calles? ¿Cómo no enfurecerse si hay pruebas de que jóvenes que van pacíficamente a protestar vuelven a casa sin un ojo por culpa de una bala de goma o algo similar? ¿Cómo no maldecir si se ve que unos degenerados intentaron quemar vivos a unos policías dentro de un CAI? ¿Cómo no preocuparse si advertimos que paramilitares se pavonean en Cali en lujosas camionetas, defendiendo sus convicciones con armas en mano? ¡Aquí no hay quien se salve! La ‘gente de bien’ y de mal está inmersa en estas lides. Twitter es la red del desquite, del desahogo, ¡del grito! Se pasa por allí en momentos de euforia colectiva y parece que el mundo se fuera a acabar ahí mismo y no mañana, como tantos podrían esperar.
La red del tuit se ha convertido en una hoguera digital durante estos días de paro nacional. Allí se sufre la guerra de los improperios. Aunque es muy apto para hacer denuncias, en Twitter arde un fuego muy peligroso, no solo porque quema el análisis, sino porque desprende un humo que impide ver las cosas con claridad. Al tiempo que se habla en esta red de posibles masacres, de auxilios desesperados ‘en vivo’, aparecen videos de agresiones físicas, disparos y hasta asesinatos. Ver solo lo que publica, por ejemplo, la cuenta de Anonymous per se puede dejar a cualquiera perplejo o medio adoctrinado. En ese contexto, ¿con qué criterio actuamos ante todo lo que está pasando? ¿Acaso nos tomamos un momento para pensar, para entender que este desorden es consecuencia de muchos años de injusticias de todo tipo y no solo de una deleznable reforma tributaria?
Seguir exclusivamente en Twitter los hechos que afectan hoy en día a Colombia es bastante insuficiente. A todos nuestros males hay que sumarles la manipulación que estamos sufriendo en las redes sociales. No son pocos los videos o fotos que supuestamente acaban de pasar y son en realidad de otro pasado menos indigno. ¿Usted verifica quién le dice lo que lee? ¿Se pregunta de dónde sale la información? Hay que ser crítico con todo en estos tiempos. Las imágenes —no todas, desde luego— están siendo manipuladas, se traen a colación citas que se pronunciaron para otros propósitos o simplemente se miente para que otros difundan falsedades. Se les paga a personas para que destrocen las ciudades y se les paga a influenciadores para que digan cualquier barbaridad. En Twitter vemos fragmentos de realidades. En el juego del todo vale, pocas cosas están inmunes al riesgo.
Lo anterior, quiero resaltarlo, no quiere decir que la verdad jamás aparezca en Twitter. Es más, por fortuna existe esta red, para ver lo que en otras partes no se publica por decisión editorial o intereses particulares. Esta es una opción donde —se supone— podemos expresarnos a nuestro antojo, aunque con límites. El punto es que si solo estamos siguiendo en Twitter a quienes reafirman nuestros pensamientos, no aprendemos nada, y dejamos de lado la posibilidad de conocer la versión ajena. Pongamos al menos en entredicho nuestra credulidad. Como mínimo, deberíamos comprender que de nada sirve alimentar la violencia escudados en nuestro derecho a expresarnos. La guerra civil digital en Twitter está a la altura de los violentos que estamos criticando.
JAVIER BORDA DÍAZ
En Twitter: @javieraborda
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