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El estatus y el lujo de no tener redes sociales

Quien no está 'pegado' al celular dispone de su tiempo de una forma más categórica.

Javier Borda Diaz
Las personas que tienen dinero están gastando más para no tener cerca pantallas. Al contrario de todos aquellos que luchan día a día por contar más seguidores en redes sociales, hay otros que prefieren pagar con tal de salir de la hiperconexión actual.
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No deja de ser irónico que algunos paguen por lo que uno puede hacer gratis. Pero es tal cual. Lo advertía ya la periodista Nellie Bowles en The New York Times hace dos años. "Los ricos no viven así. Los ricos ahora les temen a las pantallas. Quieren que sus hijos jueguen con bloques, y las escuelas privadas libres de tecnología están prosperando. Los humanos son más costosos, y las personas ricas tienen la voluntad y la capacidad de pagarlos. La interacción humana conspicua —vivir sin celular por un día, renunciar a las redes sociales y no responder correos electrónicos— se ha vuelto un símbolo de estatus".
Quizás sea la adicción la que nos impida cerrar nuestras cuentas en redes sociales u olvidarnos del teléfono celular por algunos días. Pero lo que sí es seguro es que estar desconectados es un lujo que ya muchos no podemos darnos, ya sea por el trabajo (el derecho a la desconexión laboral parece una utopía) o el mismo ocio. Y tener que pagar por algo que antes no nos costaba es infame, un adjetivo propio de este mundo.
Hoy en día están en auge destinos que cobran carísimo por ofrecer naturaleza. Se pueden llamar glampings, caminatas ecológicas o reservas naturales y sí, están de moda, con la justificación añadida del covid-19 campeante en las grandes urbes. Los problemas de reputación y confiabilidad de las redes sociales, la necesidad de estar conectados para todo y la falta de privacidad abonan esta tendencia.

Los ricos ahora les temen a las pantallas. Quieren que sus hijos jueguen con bloques, y las escuelas privadas libres de tecnología están prosperando.

En este punto es comprensible el estatus que puede dar no tener redes sociales o estar desconectados. Una persona así es más libre, no les responde a los demás cuando así se lo requieran, no les deja a estas todopoderosas multinacionales sus datos para que sean comercializados y, en últimas, quien no está ‘pegado’ al celular dispone de su tiempo de una forma más categórica.
¿Qué tan diferente puede ser uno si está haciendo lo que millones más hacen en Facebook, por ejemplo? ¿Tiene usted miles de seguidores en Instagram porque les está contando a desconocidos su vida privada? ¿Es eso digno de admirar? ¿Abrió ya su cuenta en TikTok, una red social más que va a abrir todos los días para, probablemente, perder el tiempo?
Solo como anécdota debo contar que recientemente personas cercanas me han dicho que están planteándose cerrar sus redes sociales.
¿Por qué? —les pregunto.
—Ya me aburren —resumió una de ellas.
Puede ser que, sin saberlo, se quieran dar también un lujo por el cual no deben pagar.
JAVIER BORDA
@javieraborda
Javier Borda Diaz
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