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Obsérvese: La vigésimo primera lección

La atención total, la observación de la vida a medida que se desenvuelve, es un hábito continuo.

Gustavo Estrada
Después de haber disfrutado muchísimo los dos primeros ‘best sellers’ de Yuval Harari, este columnista tenía cierta resistencia a continuar con ‘más del mismo autor’. La revisión de ‘21 lecciones para el siglo XXI’, su tercer libro, que recientemente escribió Bill Gates para el ‘New York Times’, me hizo cambiar de opinión.
Resaltando que él mismo está tomando un curso de meditación (‘mindfulness meditation´’) y atención total (‘mindfulness’), el magnate norteamericano enfatiza que el doctor Harari no está sugiriendo, como muchos podrían pensar, que “los problemas del mundo desaparecerán cuando la mayoría de la gente se siente frecuentemente, con los ojos cerrados, a observar su mente, pero sí sostiene en que la vida en el nuevo milenio demanda atención total”.
La atención total, la observación permanente de nuestra vida a medida que se desenvuelve, es un hábito continuo. El cuerpo, las sensaciones y los estados mentales son los objetos de la atención total, esto es, los dominios sobre los que debemos mantener nuestra atención para liberarnos de la ansiedad y el estrés.
Mientras el cuerpo y las sensaciones son tangibles, específicos y estables, los estados mentales, en contraposición, son intangibles, imprecisos y variables. Nuestro estado mental en cualquier momento es, en términos generales, la respuesta que comúnmente damos a la pregunta ‘¿cómo estás?’
Las tareas que realizamos tienen, por lo general, un propósito claro (por ejemplo, obtener algo que necesitamos o deseamos) y requieren tanto de intervención como de atención o vigilancia. Nuestro cuerpo ejecuta los movimientos necesarios, nuestros sentidos proporcionan datos sobre las acciones y su progreso, y nuestra mente, consciente o automáticamente, dirige el esfuerzo… Y permanece atenta.
La vigilancia puede ser activa o pasiva. Mientras que la vigilancia activa centra la atención en el proceso gradual para obtener el resultado deseado, la vigilancia pasiva advierte las señales sensoriales procedentes de nuestra intervención o acción (señales estas que provienen del cuerpo, de los sentidos o del cerebro) mientras realizamos la tarea.
Las personas, en general, tienen una comprensión clara de lo que significa estar atentos. Del dicho al hecho, sin embargo, hay gran trecho, y sostener continuamente una atención total es retador. La meditación, en general, y la meditación Vipassana, en particular, son prácticas que ejercitan y fortalecen nuestra facultad –nuestra habilidad– para permanecer atentos, tanto activa como pasivamente.
La sencilla, clara y breve presentación de Vipassana que hace el doctor Harari en su libro, basada en sus incontables horas de meditación y en el asombroso impacto que tuvo en su vida, es, en una palabra, extraordinaria. “No quiero, sin embargo, dar la impresión de que lo que funciona para mí funcionará para cualquier persona, pero los lectores deben conocer los tonos que colorean los lentes con los cuales veo el mundo”, aclara en su libro.
Como muchos ateos confunden las enseñanzas terrenales del Buda con la religión metafísica que resultó de ellas, es importante resaltar que no hay dogmas ni credos en el capítulo XXI: El nombre de Buda aparece una sola vez, para identificarlo como el probable desarrollador de la técnica Vipassana; la palabra ‘religión’ brilla por su ausencia.
Agrega Bill Gates, en su revisión de ‘21 lecciones’, que resulta fácil y casi tentador burlarse de la ‘ilusa promoción’ que de Vipassana hace el doctor Harari. El magnate norteamericano, sin embargo, enfatiza que él “encuentra convincentes e indiscutibles los argumentos del escritor”.
Las horas de ‘vuelo meditativo’ de Yuval Harari –más de quince mil– lo colocan al nivel de los monjes tibetanos, pero mucho, muchísimo más aterrizado que los ermitaños del Himalaya. Comparado con el israelí, Bill Gates como meditador es un inexperto principiante.
Pero el solo hecho de que dos mentes tan brillantes estén interesadas en el mismo tema es más convincente que los frecuentes discursos promocionales de los charlatanes sobre las supuestas maravillas que resultarán de diez minutos diarios, escuchando con los ojos cerrados, mensajes personalizados en archivos que llegarán diariamente al teléfono inteligente del cliente.
Confiemos pues que la vigésimo primera lección será escuchada y tomada en serio por muchísimas personas. A los beneficios individuales de los aprendices que se les midan tanto a los retiros de diez días como a las prácticas diarias, siendo más optimistas que Bill Gates, podrían sumarse, sin duda alguna, unos cuantos provechosos cambios sociales.
GUSTAVO ESTRADA
Autor de ‘Hacia el Buda desde Occidente’
En twitter: @gustrada1
Gustavo Estrada
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