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De la metafísica a la religión

Las explicaciones metafísicas aparecen cuando no logramos comprender algún fenómeno.

Gustavo Estrada
Cuando los seres humanos presenciamos o experimentamos cualquier fenómeno inexplicable acudimos casi siempre (1) a la metafísica filosófica, que se refiere al Ser, a sus principios y a sus causas primeras, o (2) a la metafísica esotérica, que busca razones ocultas para lo que está más allá de la realidad tangible. A esta última, milenios atrás, debieron acudir los grupos primitivos que buscaban direcciones y sentidos, tanto para su existencia terrenal como para su destino después de la muerte.
Las preguntas sin respuestas claras que debieron plantearse nuestros antepasados remotos –sus idiomas constaban de muchas menos palabras que los actuales y aún no existía la escritura– condujeron a las creencias más primitivas. De estas no subsisten registros, pero, a partir de ellas y con el paso del tiempo, debieron surgir las primeras religiones.
Abundan efigies y grabados que ‘certifican’ la existencia de creencias prehistóricas en entidades metafísicas. Y de las afirmaciones que fueron transmitidas verbalmente durante milenios, hasta cuando fueron puestas por escrito, surgieron los dogmas doctrinarios.
La primera gran religión fue el hinduismo, que comenzó en lo que hoy es India, hace apenas cuatro milenios; a la fecha existen unos diez mil cultos diferentes. El hinduismo ya mencionado, el budismo, el cristianismo y el islam conforman los cuatro grandes credos que, en conjunto, acaparan el noventa por ciento de los creyentes terrícolas, con variables grados de fervor y proselitismo, y con numerosísimas ramificaciones y sectas.
Las creencias metafísicas surgen cuando ni la inteligencia colectiva ni los conocimientos de un conglomerado logran explicar los misterios de la vida y la consciencia. A medida que los grupos crecen, aglutinados por raza, geografía o intereses comunes, aparecen líderes naturales, santos o profetas, que terminan convirtiéndose en los enviados de ‘su’ Divinidad. Las creencias, una vez documentadas, se transforman en las ‘nuevas doctrinas’ con sus correspondientes historias y escrituras sagradas.
Las explicaciones metafísicas aparecen cuando no logramos comprender algún fenómeno… A todos nos sucedió en la infancia. Y así les debió ocurrir a los humanos primitivos tratando de resolver sus dudas sobre su origen y su ‘consciencia’. Los primeros credos, inevitablemente, tuvieron que crear causas abstractas y entidades metafísicas.
En mi lejana niñez, cuando la madera del piso crujía, sin aparente razón, era señal clara, decían los mayores, de que había pasado algún espíritu y, así careciera de peso físico, hacía sonar las tablas. Los jóvenes actuales –los ‘millenials’– jamás aceptarían semejante tontería.
En mi niñez, cuando una mecedora se balanceaba con alguna corriente imperceptible de aire, nos decían los abuelos que el espíritu en transición de algún moribundo, que tiempo atrás allí se había sentado, estaba recogiendo sus pasos. Y, como invariablemente alguien allegado moría por esos días…, pues su alma repasaba su vida y, en su recorrido, había movido la silla. Así debieron aparecer las nociones de almas personales y las creencias en sus viajes ‘post mortem’… hacia paraísos o infiernos.
La evolución de las religiones es mucho menos científica que la de los seres vivos (postulada de forma brillante por Darwin) y su investigación resulta más complicada. Los primeros escritos con referencias religiosas, como los textos de las pirámides de Egipto y la Epopeya de Gilgamesh de la antigua Mesopotamia, son ‘muy recientes’… menos de cuatro milenios.
No obstante, existen evidencias de cultos religiosos prehistóricos. Una figurilla –mitad humana, mitad felino– de hace cuarenta mil años, encontrada en una cueva de Alemania en 1939, es un buen ejemplo de los tipos de creencias que precedieron a las religiones modernas. Nada se sabe, sin embargo, de su significado, sus devotos o sus rituales.
Las creencias religiosas no son parte integral de la naturaleza humana, pero la búsqueda de explicaciones para lo misterioso sí parece serlo: no nos gustan los misterios sin aclaraciones, a menos que los aceptemos como dogmas de fe. Cuando un fenómeno es incomprensible, como lo fueron casi todos los enigmas del universo y de la vida hasta hace pocas décadas, las justificaciones metafísicas aparecen como posibles respuestas, así también sean difíciles de entender.
Por las razones ‘misteriosas’ que demandaban dogmas de fe debieron aparecer las primeras religiones formales hace unos cuatro milenios… Desde entonces se convirtieron en parte ‘casi integral’ de la naturaleza humana.
GUSTAVO ESTRADA
Autor de ‘Armonía interior’ y ‘Hacia el Buda desde Occidente’
En Twitter: @gustrada1
(Lea todas las columnas de Gustavo Estrada en EL TIEMPO aquí).
Gustavo Estrada
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