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Moral selectiva

Rolex versus Casio: el principio de igualdad no se aplica a la cultura de lo políticamente correcto.

Gustavo Duncan
El sentido del uso de un lenguaje políticamente correcto es evitar que algún grupo o persona que pertenezca a alguna minoría o se encuentre en situación de desventaja se sienta ofendido o agredido. Es una buena razón para alentar su uso. El lenguaje no puede convertirse en una herramienta para reforzar la segregación y las injusticias en la sociedad. Al contrario, debe señalar situaciones de segregación e injusticia para aliviarlas.
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Hasta allí, todo bien. ¿Quién podría estar en contra del uso de un lenguaje más civilizado para aliviar agravios que tienen profundas raíces históricas? Sin embargo, la cosa se complica cuando el reclamo por la corrección política deja de ser parte de un consenso mínimamente razonable y es utilizado por determinados sectores como un medio para reclamar el derecho de juzgar moralmente a quienes sean diferentes. Con ellos, paradójicamente, sí se puede tener un lenguaje ofensivo o que roce la segregación.
Por algo, la corrección política se ha convertido en un recurso de poder para cuestionar la legitimidad de los interlocutores. El uso selectivo de este recurso es notorio cuando existe un doble rasero a la hora de juzgar las calificaciones del lenguaje que ofenden a los demás. Se permite un lenguaje bastante severo contra determinadas personas y sectores, mientras que contra otras cualquier alusión constituye de entrada una ofensa que reclama sanciones. Se ha vuelto normal incluso proceder a cancelar, sin fórmula de juicio, a quien se considere transgresor. El principio de igualdad no se aplica a la cultura de lo políticamente correcto.
En la canción de Shakira es notorio el doble rasero de esta cultura. La canción de Shakira va de frente contra al menos dos valores básicos de lo políticamente correcto. Compara con objetos de consumo a las mujeres. Las cosifica, las pone al nivel de marca de carros y relojes: Ferrari versus Twingo y Rolex versus Casio. Claramente se pasa por la faja el respeto al discurso feminista. Por otro lado, la letra de la canción es abiertamente clasista. Por supuesto que en la sociedad hay una tendencia a darles mayor valor a determinados objetos de consumo sobre otros, pero calificar en el lenguaje público el valor de las personas a partir de estos objetos es indeseable; para muchos, repudiable. Es decirle a la gente que su apreciación está mediada por el tipo de objeto de consumo que representan. Si es de lujo, valen mucho; si no, hacen parte de la masa ordinaria.

La canción de Shakira va de frente contra al menos dos valores básicos de lo políticamente correcto. Compara con objetos de consumo a las mujeres. Las cosifica.

No hay mayores reclamos a Shakira por estos deslices. Se sobrentiende que Piqué y su nueva pareja le causaron una pena y una humillación pública tan grande que está bien que Shakira los insulte con un hit en las listas de las canciones más escuchadas en español. Es más, no importa que la ofensa sea también contra otra mujer.
Estoy convencido de que Shakira no pretende con la canción hacer un himno antifeminista ni clasista. El mensaje de su canción no es más que una cuenta de cobro a una infidelidad. Comparar a la nueva pareja de Piqué con marcas de objetos solo es un reflejo de cómo una amplia parte de la sociedad ve las cosas y las asume como normales, así sea que estas valoraciones diseccionadas en una columna muestren su lado más desagradable.
El punto es que ante usos del lenguaje similares, o mucho menos graves, no hay la misma condescendencia. Contra muchos otros cantantes de reguetón sí hay sanciones morales por utilizar un lenguaje que cosifica a las mujeres y hace una alegoría al consumismo y el clasismo. ¿Por qué hay un juicio tan diferente en contra de ellos?
Estamos en un escenario donde no solo se permite la ofensa contra determinadas personas o grupos, sino que está permitido para algunos utilizar estas ofensas y para otros, no. No es un asunto tan banal la explotación de lo políticamente correcto.
GUSTAVO DUNCAN
Gustavo Duncan
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