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Lo que cuesta

Lo que cuesta

La Federación Colombiana de Ciclismo sigue en manos de quienes la han manejado durante más de una década y que poco han hecho para remediar sus grandes problemas.

El país se ha acostumbrado al clientelismo, a que los dirigentes distribuyan los recursos públicos de manera discrecional para beneficiar solo a aquellos que los respaldan para hacerse con el poder. Apenas pareciera espabilarse cuando además de clientelismo se comprueba corrupción, como si el clientelismo por sí solo no tuviera consecuencias graves en los costos de la gestión pública.

Un caso reciente, en apariencias insignificante en el entramado de gobierno, nos da una idea de lo que cuesta. El pasado 24 de enero fue elegida la nueva directiva de la Federación Colombiana de Ciclismo (FCC). El gran ganador fue el gerente actual, Jorge Ovidio González. Su lista obtuvo una apabullante votación de 22 ligas departamentales en contra de ningún voto de su contrincante, Fernando Flórez.

El portal La Silla Vacía reportó que González prometió “bicicletas para las ligas más pequeñas, como la de Amazonas o La Guajira, para así asegurar su apoyo”. También mostró la foto de un chat en que la directora de Coldeportes, Clara Roldán, se compromete con ayudar al director de la liga de La Guajira con realizar una clásica ciclística. Roldán, al parecer, respaldó a González porque en su lista iba un amigo suyo.

Es un caso que a todas luces apesta a clientelismo. Y si bien hasta ahora no hay pruebas de corrupción, el costo no se limita a las bicicletas, los repuestos y la organización de la clásica guajira, si es que se hace. El verdadero costo es que la FCC sigue en manos de quienes la han manejado durante más de una década y que poco han hecho para remediar sus grandes problemas: el doping, la pobre calidad de las carreras, su precaria difusión en medios, la rudimentaria formación de los jóvenes talentos, etc.

En otras palabras, el costo del clientelismo es que Colombia, una potencia mundial en ciclismo, seguirá teniendo una dirigencia incapaz de tener un ciclismo local a la altura de sus logros deportivos. Por algo Nairo Quintana apoyó la candidatura que se enfrentaba a González. Él, porque lo vivió, sabe muy bien lo que padecen los miles de corredores en sus inicios que aspiran a ocupar una plaza en el pelotón mundial y nacional.

Esto que se ve tan claro en la dirección de un deporte es lo que sucede en mayor escala en todos los niveles de Gobierno. El costo del clientelismo es una dirigencia mediocre, más pendiente de repartirse la torta que del bienestar general.


Gustavo Duncan

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