¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

En Bogotá

Es en el Estado central donde se cuecen los grandes negocios de la corrupción.

Gustavo Duncan
El antiuribismo ha cegado a muchos. Cualquier ataque a Santos es visto como una concesión a Uribe y, en consecuencia, prefieren pasar por alto las denuncias y críticas, aunque existan buenos fundamentos para tomarlas en serio. Igual sucede con el uribismo visceral, que no es capaz de reconocer que muchas de las fallas de Santos van más allá de su gobierno. Son problemas estructurales de la política colombiana, y su solución traspasa las volátiles coaliciones partidistas que se hacen para ser elegido y para gobernar.
El escándalo de Odebrecht es diciente de una situación que abarca todo el espectro político. No puede achacarse a un grupo en particular. La atención se centra hoy en el entorno del presidente Santos, porque ganó las elecciones. Si Zuluaga hubiera ganado, los cuestionamientos estarían dirigidos a su entorno, a indagar cómo el pago de un millón de dólares al publicista de su campaña favoreció unas concesiones.
Lo que la polarización entre uribistas y antiuribistas no deja ver es que el escándalo reciente demostró que el eje de la corrupción no está en las regiones, como se creía, sino en Bogotá. Es en el Estado central donde se cuecen los grandes negocios, y quienes los dirigen no tienen mayores reatos morales para sacar una tajada si la oportunidad se presenta. De Prietos están llenos los círculos con que gobiernan los presidentes.

Lo que la polarización entre uribistas y antiuribistas no deja ver es que el escándalo reciente demostró que el eje de la corrupción no está en las regiones, como se creía, sino en Bogotá.

Es más, pareciera que la corrupción de provincia son los restos que se dejan para contentar a los más débiles en la cadena alimentaria. Para aglutinar sus votos están los ‘Ñoños’ y los ‘Musas’, quienes se encargan de la parte fea de la política. A cambio, en Bogotá les permiten participar en una tajada de los grandes negocios. Así ha ocurrido desde hace muchas presidencias; y la izquierda, cuando tuvo la alcaldía de Bogotá, salió con los hermanitos Moreno.
Ante semejante realidad, es una tontería dividir la política entre partidos buenos y malos. La alternativa más sensata es un gran acuerdo nacional de los líderes de los partidos para frenar la corrupción. En concreto, para rechazar las ventajas electorales que otorgan las alianzas con políticos clientelistas, contratistas del Estado y organizaciones criminales.
Para alcanzar la paz se hablaba de acabar con la combinación de todas las formas de lucha. Ahora, para acabar con la corrupción, hay que hablar de acabar con la combinación de todas las formas de votos.
GUSTAVO DUNCAN
Gustavo Duncan
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción