No puedo entender cómo a Cartagena de Indias, nuestra ciudad estrella y patrimonio de la humanidad, la tienen tan descuidada. Las zonas verdes alrededor de las murallas, solo por mencionar unas, pero tal vez las más visitadas, viven llenas de basura como papeles, botellas, vasos de plástico, colillas y otras porquerías que les quitan el atractivo que deberían tener. La verdad es que casi toda la ciudad vieja vive llena de basura que la gente, local y turista, tira a las calles como si eso no importara. Hace falta un alcalde como Antanas Mockus, que introdujo con éxito la cultura ciudadana en Bogotá, y policía que evite que esto suceda.
Las calles del centro de Cartagena están llenas de popó de los caballos de los coches que transitan por ellas. Eso tiene un lado positivo, y es que los que las transitamos hacemos ejercicio saltando de un lado a otro para no pisarlo y subiendo y bajando los brazos para taparnos las narices y así evitar el olor podrido que hay en todas. No entiendo por qué no obligan a los cocheros a ponerles pañales a sus caballos. Esto para no hablar de los huecos en los andenes, muchos de los cuales tienen palos como señalización, para evitar que caigamos en ellos o, mejor dicho, en la basura que se encuentra en esos hoyos.
El tránsito es un caos. Hay días en los que para salir de la ciudad vieja en un carro se puede uno demorar media hora o más porque se cambiaron las normas de salida, en especial la del boquetillo del Éxito de San Diego, por el cual, si hubiera policías de tránsito trabajando ahí, se podría habilitar para poder salir hacia los dos lados.
El edificio que se está construyendo al lado del castillo de San Felipe, y que volvió trizas la bella vista de esa fortificación histórica y de todo lo que la rodea, aún sigue ahí y no se ha tumbado, aunque la Unesco dijo que si no se hacía, Cartagena perdería su nombramiento de patrimonio de la humanidad. ¿Para cuándo van a dejar este derrumbe?
En Cartagena, que ha tenido muchos alcaldes en cinco años, no se tiene sentido de pertenencia como, por ejemplo, en Medellín, donde sus habitantes no tiran nada a la calle y si ven a alguien haciéndolo, le piden el favor de recogerlo y llevarlo a la basura. Esta ciudad merece un buen alcalde, ahora que se aproximan las elecciones. Ojalá tengan los cartageneros esta visión y elijan uno que convierta el Corralito de Piedra en lo que merece ser.
GUILLERMO SANTOS CALDERÓN
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