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Plan de Desarrollo sin dientes

El Plan se frustaría por falta de recursos y por traslado del presupuesto de Inversión a Hacienda.

Guillermo Perry
El Plan de Desarrollo de la administración Duque tiene muchas cosas buenas. Pero también, un problema grave: la falta de correspondencia entre objetivos e instrumentos*. Como consecuencia, puede acabar siendo un catálogo de buenas intenciones. Tal y como les ha sucedido a la mayoría de sus antecesores.
Comienzo por lo más novedoso del plan: su enfoque territorial. Durante su elaboración se identificó la vocación productiva de cada región del país, en diálogo con las autoridades locales y los agentes económicos que actúan en ellas. El plan propone alinear las políticas y programas de inversión nacionales con los de los departamentos y los municipios, en procura de consolidar esas vocaciones. Con ese fin, Planeación Nacional tendría el rol de coordinador entre el Gobierno Nacional y los subnacionales y entre los ministerios nacionales. Pero, ¡oh sorpresa!, el articulado de ley le quita a esa entidad su principal instrumento para lograr esa doble coordinación: la elaboración del presupuesto de inversión de la nación. ¡Qué incoherencia!
Colombia ha tenido una sana política económica que ha descansado en dos piernas: el Ministerio de Hacienda, responsable de la estabilidad fiscal; y Planeación, dedicada al desarrollo. Ello ha permitido un sano equilibrio entre objetivos de corto y largo plazo. Para superar algunos problemas de coordinación entre esas entidades no es necesario recurrir a la solución extrema y traumática de amputar uno de los miembros. No en vano, varios exdirectores de Planeación y exministros de Hacienda han advertido en una carta (que ojalá sí llegue a su destino) sobre este enorme riesgo.
En menor medida, lo mismo sucede con el ‘Pacto por la equidad’. Las bases del plan presentan una visión moderna para avanzar hacia la “igualdad de oportunidades”, incluyendo programas ya en curso en materia de educación y programas de inclusión productiva que permitan ‘graduarse’ de Familias en Acción. Además, propone garantizar niveles mínimos de protección social para “que nadie se quede atrás”. Pero, aunque se reforzarían Colombia Mayor y los BEP, subsistirían los altos y regresivos subsidios pensionales a los ricos, pues la reforma pensional que el ministro de Hacienda había anunciado no aparece en el proyecto. Como tampoco la frustrada reducción de las exenciones regresivas al IVA. En estos campos parece primar la voz de Uribe, o bien directamente o a través de la ministra del Trabajo.
Algo parecido ocurre con el ‘Pacto por el emprendimiento y la productividad’. Hay propuestas interesantes en busca de la formalización, como la reducción de los absurdamente altos costos del registro mercantil y sus renovaciones para las mypimes y un tramo intermedio que facilite pasar del seguro de salud subsidiado al contributivo. Pero no se contempla el instrumento más efectivo para este fin: la eliminación de los parafiscales remanentes, que castigan la formalidad.
Soy más optimista respecto a la consolidación del programa de las 4G y la finalización de la reforma institucional del sector transporte, con la creación de la Comisión de Regulación de Infraestructura y Transporte (Crit) y la Unidad de Planeación de Infraestructura de Transporte (Upit), así como con el funcionamiento de nuestro sistema de competitividad e innovación. Estas tareas están en hábiles manos, bajo la coordinación de nuestra ejecutiva Vicepresidenta. Ojalá el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología oriente bien el uso de las regalías para la innovación y el Ministerio de Agricultura cumpla con la propuesta de dedicar al menos la mitad de su presupuesto a la provisión de bienes públicos en el ámbito rural.
Pero la mayor desconexión entre objetivos e instrumentos del plan se debe a la precaria situación fiscal, agravada por la ley de financiamiento. La ejecución del plan de inversiones propuesto queda supeditada, explícitamente, a que haya con qué financiarlo. Tanta belleza se puede quedar en el papel.
* Anif, Informe semanal, 28 de enero
GUILLERMO PERRY
Guillermo Perry
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