Algunos sectores del Sí no disimulan las orejas de conejo. Y a algunos del No se les advierte el deseo de sabotear el Acuerdo. Hay que denunciar ambos extremos y exigir que imperen el interés general y la sensatez.
Sería gravísimo para nuestra democracia que el Gobierno y las Farc intenten desconocer la derrota en las urnas, introduciendo apenas retoques cosméticos a lo convenido y buscando luego ‘pupitrearlas’ en el Congreso. Eso es lo que parecen querer decir el Ministro del Interior, la Canciller y algunos columnistas muy cercanos al Presidente. Ni las marchas (donde hay jóvenes que votaron por el Sí, por el No o se abstuvieron), ni el apoyo de la comunidad internacional ni el Nobel autorizan a ponerle conejo al plebiscito. Comenzaríamos a parecernos a Venezuela. Por fortuna, parece que Santos tiene claro que debe lograr algunas revisiones de fondo del Acuerdo.
Los dirigentes de las Farc tienen que entender que la mayoría de los colombianos (de los que votaron y de los que se abstuvieron) juzgaron excesivas algunas concesiones. Y que, por tanto, si quieren que el Acuerdo sea legítimo y duradero, deben aceptar cambios importantes en materia de penas y participación política. Tendrá que haber restricciones efectivas de su movilidad, cuando confiesen haber cometido delitos de lesa humanidad (hay que recordar que seguirá habiendo cárcel si los condenan sin haberlos confesado) y no podrán ser elegidos mientras no hayan cumplido su pena. Todos los del No y muchos del Sí coincidimos en estos puntos.
Ellos, y el Gobierno, deben aceptar que el Acuerdo entero no puede incorporarse a la Constitución y que el Presidente no debe tener poderes excepcionales para implementarlo. Como también, que el complejo aparato de justicia transicional propuesto se debe coordinar con los mandatos de nuestras cortes. En esos puntos también coinciden todos los del No y muchos de los del Sí. No se pueden ignorar las propuestas recientes de la Rama Judicial ni la ausencia de las cortes en la firma de Cartagena.
Pero tampoco se le puede aceptar a Uribe aprovechar la victoria del No en el plebiscito para intentar arrasar con temas centrales del Acuerdo y, peor aún, echar atrás leyes que llevan años en aplicación como la de Víctimas y la de Restitución de Tierras. Uribe tiene que ser serio y retirar aquellas propuestas que parecen, saben y huelen más a sabotaje que a intento de llegar a un acuerdo. Y Pastrana debería evitar el tono incendiario en sus declaraciones fuera del país.
Ojalá todos tuvieran la actitud constructiva que han demostrado Humberto de la Calle, Marta Lucía Ramírez, Camilo Gómez y Pacho Santos.
Sería imperdonable que Santos, Uribe, Pastrana y los dirigentes de las Farc no hagan el esfuerzo que les piden los colombianos y la comunidad internacional para acercar sus posiciones.
P. S. 1: la propuesta de Uribe de que la Iglesia medie con el Gobierno y las Farc para tratar de acortar posiciones debe ser considerada. La Iglesia ha mostrado una actitud muy constructiva a partir del plebiscito.
P. S. 2: resulta doblemente vergonzosa la actitud del Vicepresidente al llamar a una movilización popular en contra de un proyecto clave del Gobierno, por defender el interés de las compañías constructoras. Debe tramitar su desacuerdo con un punto de la reforma tributaria dentro del Gobierno y no en las calles. Y se debe aclarar que se mantienen todas las exenciones y subsidios para los usuarios de vivienda VIS y VIP. Lo que tanto irrita a Camacol y al ‘Vice’ es la propuesta de eliminar una exención para los constructores, al igual que se propone eliminar muchas otras que benefician otras actividades económicas. Al ‘Vice’ no se le ven orejas de conejo, pero se le nota demasiado la cola de zorro.
GUILLERMO PERRY