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Gacelas, no tortugas

Resulta imprescindible aumentar la innovación y eficiencia en nuestras empresas.

Guillermo Perry
Lograr y mantener sendas altas de crecimiento económico requiere aumentar la productividad, la innovación y la calidad de la gerencia en nuestras empresas. Así concluyen tres publicaciones recientes: ‘Instituciones para la productividad: hacia un mejor entorno empresarial’, de la CAF; ‘Productividad: la clave del crecimiento para Colombia’, del Consejo Privado de Competitividad, y ‘La paradoja de la innovación’, del Banco Mundial.
El reporte de la CAF demuestra que la diferencia entre el nivel de ingreso por habitante entre EE. UU. y América Latina se debe principalmente a diferencias en la productividad de casi todas sus empresas. La productividad laboral en una empresa típica en la región es apenas del 35 % de su equivalente en Estados Unidos, con alguna variación por sectores. Esa carencia conduce a que nuestras empresas crezcan mucho menos a lo largo de su vida. Una menor fracción de ellas logran tasas altas de crecimiento, y estas son mucho más bajas que las más exitosas en Norteamérica. Concluye, por tanto, que “faltan gacelas”: empresas alertas y elásticas que corran rápido.
El libro del Banco Mundial prueba que estas falencias se deben, ante todo, a falta de innovación y pobre calidad de la gerencia en las empresas, característica esta última que explica en buena parte el bajo nivel de innovación y productividad empresarial. Y el ‘Informe de competitividad’ señala que hemos avanzado muy poco en estas materias y hemos perdido posiciones en los ‘rankings’ internacionales.
Lo anterior no significa que la culpa sea solo de los empresarios. La falta de seguridad jurídica, la baja calidad de la infraestructura y la educación, el exceso de regulaciones y trámites innecesarios y la débil promoción de la competencia explican el resto del problema de baja productividad en la economía. También influyen en los bajos niveles de innovación y eficiencia en las empresas. La responsabilidad es compartida. Necesitamos esfuerzos aunados entre los empresarios y el Gobierno (a nivel nacional, departamental y local) para criar gacelas y no tortugas.
La lamentable situación descrita se debe en buena parte al predominio de una cultura rentista en nuestros países. Los empresarios (y los gremios) gastan más tiempo y esfuerzo en obtener exenciones tributarias, protección contra la competencia y subsidios que en innovar y mejorar la eficiencia de sus empresas. Y los gobiernos toman el camino fácil de ofrecer esas dádivas en lugar de hacer bien las difíciles tareas que les corresponden. El espectáculo de Duque anunciando exenciones en cada asamblea gremial, ante una crisis fiscal que se avizora en el horizonte, es solo un ejemplo de esta inadecuada cultura.
Por fortuna, hay también signos positivos. La vicepresidenta y buena parte del equipo ministerial tienen clara la película y están comprometidos en promover la innovación y la productividad empresarial. En el reciente congreso de competitividad se comprometieron a poner a andar el Sistema Nacional y las comisiones regionales de competitividad, que constituyen un marco institucional modelo para estos propósitos, pero estuvieron abandonados a su suerte en los últimos diez años. Asimismo, expusieron políticas promisorias, como las nuevas fábricas de productividad, del Ministerio de Industria y Comercio. Ojalá también le den un nuevo impulso a Innpulsa, logren que el Ministerio de Agricultura se suba al bus y que Colciencias, más allá de dar becas doctorales, promueva la innovación tecnológica.
Pero para que todo esto funcione resulta necesario que el Presidente se apersone de estos temas complejos en lugar de andar ofreciendo el oro y el moro, como si aún estuviera en campaña.
P. S.: la falta de liderazgo presidencial permitió que Uribe y los partidos de gobierno casi acaben con la ley de financiamiento. Por fortuna, en los últimos días Duque se ha puesto las pilas.
GUILLERMO PERRY
Guillermo Perry
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