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Celebrar la vida

Festejar diariamente la vida nos haría más felices y tolerantes.

Guillermo Perry
Acaba de terminar el XIII Festival de Música de Cartagena. A quienes nunca han ido se lo recomiendo, pues es un plan de primera. Produce gran placer escuchar algunas de las mejores orquestas y solistas del mundo en escenarios como el teatro Heredia (hoy Adolfo Mejía) y las capillas de los hoteles Santa Clara y Santa Teresa, para luego deambular por la ciudad amurallada y disfrutar sus excelentes restaurantes.
Este año, el tema fue el de las relaciones entre la música, los números y la ciencia. Pudimos gozar muy buena parte de la monumental obra de Bach, inspirada en su credo numerológico, así como algunas grandes creaciones de Beethoven, Mozart, Debussy, Stravinsky, Bartok, Prokofiev y Fauré muy apropiadas para la ocasión. Como también piezas modernas extraordinarias, tales como la ‘Musica Celestis’, de Aaron J. Kernis; el ‘Adagio’, de Samuel Barber; ‘Los planetas’, de Gustav Holst, y varias otras de Philip Glass. Estas y otras obras, interpretadas por la Orquesta Filarmonía de Londres, el Cuarteto de Cremona, los Solistas Barrocos Ingleses y solistas excepcionales, nos transportaron literalmente a las estrellas, como pretendían sus organizadores al escoger el título de Armonía Celeste para este evento.
Hubo también una buena muestra de música clásica colombiana y latinoamericana vinculada con esta temática, y una muy instructiva exposición sobre las relaciones entre música y ciencia. Mil gracias de nuevo a Julia Salvi y Antonio Miscena.
Dentro de unas pocas semanas, Cartagena nos seducirá otra vez con el Hay Festival. Este año podremos escuchar a otros grandes escritores como la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, el rumano Mircea Cartarescu, la británica Zadie Smith, el japonés Yoko Tawada y la china-canadiense Madeleine Thien, así como a los españoles Cristina Morales y Manuel Vilas; los latinoamericanos Diamela Eltit, Álvaro Enrigue, Tamara Kamenszain y Leonardo Padura, y varios de nuestros talentos nacionales. Hablarán acerca de sus más recientes obras, leerán algunos poemas nuevos y disertarán sobre la creación literaria. El Hay, además, ofrece conferencias y debates para todos los gustos en temas tan diversos como ecología, tecnología y periodismo, y uno que otro buen concierto.
Las artes y la cultura son las dos creaciones humanas que mayor deleite producen. Y, como dice Alejandro Gaviria en su libro ‘Hoy es siempre todavía’, ellas son, junto con el disfrute de la naturaleza (un amanecer, una puesta de sol, una noche estrellada, la brisa en la frente), la familia y los amigos, la buena mesa y el buen vino, los mayores motivos para celebrar la vida cada día.
La celebración diaria de la vida es algo que resulta natural para aquellos que han estado o se han sentido al borde de la muerte o a quienes un día un médico nos ha dicho que padecemos alguna forma de cáncer o cualquier otra enfermedad delicada. También nos ocurre cada vez con mayor frecuencia a quienes ya entramos en la tercera juventud, a medida que vamos adquiriendo mayor conciencia de que nos queda cada vez menos tiempo en este frágil pero maravilloso planeta que habitamos.
Al comenzar este nuevo año, que traerá sin duda muchos afanes, sufrimientos y esperanzas, quisiera recomendar encarecidamente a mis hijos y sobrinos y a todos mis lectores jóvenes que no esperen a envejecer, a enfermarse o a tener un accidente grave para aprender a festejar la vida cada día. Porque “sorpresas te da la vida”, como diría Rubén Blades. Y que me perdonen el toque sentimental, pero supongo que eso también son cosas que vienen con los años.
Si nos acostumbramos a celebrar la vida cada día, seremos, además, más tolerantes y amables con los demás, algo que nuestra sociedad está necesitando con urgencia.
P. S. El régimen dictatorial de Maduro es el mayor enemigo de Venezuela. No es Colombia, como él dice.
GUILLERMO PERRY
Guillermo Perry
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