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Mejor duque que presidente

No es culpa suya. Ha recibido la herencia de aspirar a gobernar muy pronto, en extremo novicio.

El joven ungido por el gran señor del Centro Democrático para ser el próximo vicepresidente, ¡¡perdón, se corrige de manera oficial, futuro presidente!!, la está pasando mal en el debate. No es culpa suya, es tan solo que ha recibido la herencia de aspirar a gobernar muy pronto, en extremo novicio. En un parpadeo fue movido por la “mano visible” de duque o marqués a rey; en este caso, a vice..., qué decir, a presidente.
En rigor, Iván Duque Márquez acredita haber trabajado como un parlamentario juicioso, con aptitud para diferenciarse de tantos vagos y carteristas del erario que calientan silla y acechan en el Congreso. Pero, precisamente, por la forma como fue jalado de la suplencia y vestido de capitán para patear en el último minuto el penalti del campeonato, en esta contienda presidencial no se ve creíble y, antes bien, se nota incómodo. Sus conceptos se perciben prestados y las verdades, difuntas.

En esta contienda presidencial no se ve creíble y, antes bien, se nota incómodo.

Las líneas de la propuesta económica, social o política, en síntesis, la alta cirugía que requiere el país, se oyen en él balbuceantes, igual que la desgastada presentación del cuadro de Excel que mes a mes está obligado a recitar ante jefes y subalternos el encargado de recursos logísticos de la empresa. Ser bueno es bueno, sembremos más papa que coca, recuperar la confianza, articular esfuerzos, trabajar de la mano con todos es su lugar común, el best seller de autoayuda convertido en programa gubernamental, todo esto bien antecedido de una primera persona en mayúscula: yo hice, yo haré, yo pienso, yo sí le digo. Tal vez un YO que se proponga demostrarle a la galería que es él, Iván Duque, quien habla, no el gran director que lo encumbró pero le hace sombra.
Con eso, casi desnudo, cuando la “mano visible” no está para mover los hilos (de algo debe ausentarse) le toca vérselas contra cuatro sólidos candidatos. Incluso un par de ellos bastante competentes en la idea de llegar a gobernar este país, que atraviesa la más honda e impune confesión de corrupción en su historia (bien dicho, plagado de ladrones, encubridores y tramitadores de privilegios); desigual como pocos en el planeta y todavía viciado de violencia más que de dosis mínima de marihuana, que parece la mayor preocupación de este heredero.
Buen parlamentario. Pero, por ahora, Duque mejor de duque en evolución que de ‘vice’ o presidente.
GONZALO CASTELLANOS
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