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Los pollitos tienen hambre...

Hoy, el CD es un partido al borde de un ataque de pánico. El CD se quedó sin plataforma.

Algo muy grave está pasando en el Centro Democrático. El senador Álvaro Uribe Vélez parece una gallina criando patos. Bueno, también algunas palomas. Corre de un lado para otro tratando de impedir que el producto de sus huevitos se eche al agua. Hace lo imposible por mantenerlos ordenaditos debajo de sus alas. Cuando sus vástagos eran más chiquitos, eso quizás era posible. Hoy, todos han empezado a extender sus alas y a darse picotazos entre sí.
La carrera por la candidatura presidencial del uribismo tiene revuelto el gallinero, y al viejo gallo de pelea ya no le obedecen tan fácilmente. Algo que es propio de los partidos de la democracia –como es la competencia entre pares– es un anatema para quien soñó tener una estructura política regimentada al estilo prusiano. No en vano varios ideólogos uribistas –con orígenes en el M-19 y el Eln– admiran en secreto a Lenin y Mao. El problema interno es de tal magnitud que al senador Uribe le tocó emitir una ‘encíclica’ sobre las buenas maneras y el modo correcto para dirimir las diferencias entre sus discípulos. Como ocurre con casi todas las encíclicas, los fieles son los últimos en acatarlas.
Uribe –que está dispuesto a hacer lo que sea y sacrificar a quien sea con tal de ganar las próximas elecciones– no tiene reparo en botar por la borda al que ya no les sirve a sus intereses. Así lo hizo con Pacho; más recientemente, con Óscar Iván, a quienes sacó de sus alas protectoras. Ahora esos pollitos tienen hambre, esos pollitos tienen frío. Pero no dicen ni pío. A alguien que ve traidores en cada esquina y ha hecho de la lealtad su lema no se le ve bien volver desechables a sus escuderos.
En su desespero, tampoco tiene problema en adoptar y arropar polluelos de cuervo como Fernando Londoño y el exprocurador Ordóñez. Gran equivocación. No en vano dice la sabiduría popular: ‘cría cuervos y te sacarán los ojos’.
En la obsesión por llegar al poder en el 2018, Uribe también ha insinuado y explorado las más exóticas alianzas. Coquetea con todas las gallinas a ver cuál de ellas se rinde a sus encantos. Ha cortejado a los conservadores, algunos liberales, hasta al propio Germán Vargas Lleras, que, gracias a Dios y en su propio bien, se ha resistido. El problema es que no se da cuenta de que en el país político de hoy, sus abrazos son aparentemente seductores, pero en el fondo son mortales como los de la mujer araña.
Por esa razón, también le ha tocado tratar de desdibujar sus aristas más pugnaces. Hay que ver cómo viene endulzando sus planteamientos sobre el proceso de paz, sin mucho éxito. Como cuando se usan edulcorantes: se parecen al sabor del azúcar, pero no lo son y no dejan de ser artificiales. Desesperadamente está buscando otros temas, entre ellos liderar la lucha contra la corrupción, también con bastante ingenuidad porque es bien sabido que quien tenga rabo de paja es mejor que no se acerque a la candela.
Hoy, el CD es un partido al borde de un ataque de pánico. Sus posibles candidatos cargan el cuchillo debajo de la ruana. Aparecen y desaparecen líderes y personajes con un guiño del patriarca. Todos los días surge un nuevo as debajo de la manga. Ese sí el redentor del uribismo, que a los pocos días ya está diluido.
La realidad detrás del colapso es que el uribismo le apostó al fracaso del gobierno Santos y se equivocó. En el proceso se quedaron sin agenda, sin nada que ofrecerle al país distinto a algarabías y los tuits rabiosos, al estilo Trump. El Centro Democrático se quedó sin plataforma. Y sus candidatos, sin piso.
Dictum. Pensamos que había terminado la horrible noche. El narcotráfico volverá al centro de las relaciones con EE. UU., como dijo este domingo EL TIEMPO.
GABRIEL SILVA LUJÁN
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