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El hijo indeseado de la derecha

El ‘club’ de los ‘mamertos’ suma el 50 % de la intención de voto, el ‘club’ de los ‘fachos’, 28 %.

En teoría, las campañas políticas en una democracia son el camino para confrontar ideas. Desafortunadamente, las actuales elecciones en Colombia han tomado una ruta distinta. La contienda ha derivado hacia la lucha de clases, en el sentido leninista del término. La reciente encuesta de CM& y el CNC confirma lo que otros sondeos previos habían insinuado: Petro puntea por encima de Sergio Fajardo y de Germán Vargas Lleras y, obviamente, de todos los demás.
En los datos de la mencionada encuesta se observa claramente que, a diferencia del alinderamiento tradicional que ha caracterizado las elecciones presidenciales, en esta ocasión existe una polarización diferente. Hoy, la contienda social entre las ‘élites’ y los sectores populares se trasladó abiertamente al escenario electoral. Todas, sin excepción, las candidaturas de la izquierda tienen un sesgo reivindicativo de clase. Esa impronta se la da Robledo a Fajardo; Clara López a Humberto de la Calle; y no hay necesidad de explicar los casos de Piedad Córdoba y ‘Timochenko’. Petro, obviamente. También las candidaturas de la derecha –todas– tienen un carácter de vocería de clase, como lo ve la opinión.
Cuando se agrupan las candidaturas, ya no por candidato sino por percepción ideológica, se observa algo bien interesante. El ‘club’ de los ‘mamertos’ suma el 50 % de la intención de voto del país. En contraste, el ‘club’ de los ‘fachos’ llega solo al 28 %, una tercera parte del electorado. Es decir, la inconformidad social y las agendas reivindicativas de todo tipo arrasarían si se consolidan en torno a Petro o a Fajardo después de la primera vuelta.
Ese escenario es un desafío para candidatos factibles como son Vargas Lleras o Humberto de la Calle. Donde Vargas decida “huir a la derecha” está frito. Según los datos, tendría que salirse del encuadre elitista, dándose un posicionamiento que exige ir más allá de las alianzas corporativistas, que sin duda suman votos al detal, pero que no corresponden a la esencia estratégica de la actual situación electoral. Donde Humberto siga refugiado en la izquierda, no se volverá una opción de centro, que es la que legítimamente le corresponde.
¿De quién es la ‘culpa’ de que un debate democrático se degradara en una contienda de clases? En los salones se habla del populismo-burocratismo petrista; del castrochavismo; de la permisividad de Santos con las Farc; de que al uribismo le faltaron cojones... teorías todas descabelladas que, aunque parezca increíble, circulan en esos niveles.
La responsabilidad histórica de ese proceso de radicalización social y de lucha de clases la tiene el comportamiento extremista, persecutorio e intransigente que mantuvo la derecha durante ocho años frente al proceso de paz, los líderes alternativos y la inclusión social. Ya había ocurrido con el exmagistrado y candidato Carlos Gaviria, que, gracias al uribismo, se volvió un portento electoral y el paladín de las causas sociales. Mejor dicho, la gran paradoja es que Petro es el hijo indeseado de Álvaro Uribe.
Esto no es la primera vez que pasa en la historia del país. Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, el general Gustavo Rojas Pinilla, Carlos Pizarro Leongómez –entre otros– encarnaron movimientos políticos inspirados en la lucha de clases y en la lucha contra la persecución. Por el bien de la democracia, ojalá ahora no pase lo que ocurrió con ellos.
Dictum. El CNE ha demorado irregularmente, por tecnicismos y politiquería, entregar la personería jurídica del Nuevo Liberalismo a sus legítimos beneficiarios. Esta fue una colectividad perseguida y exterminada que merece dicho reconocimiento. Ya.
GABRIEL SILVA LUJÁN
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