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Sin cortapisas

Pretender que la cultura se alinee con el gobierno de turno no solo es torpe, sino peligroso.

Fernando Quiroz
Tendríamos que haber dado unos cuantos pasos adelante para entender que una sociedad necesita de las ideas encontradas, del debate, de la confrontación y de la crítica para fortalecerse y para ampliar sus horizontes. Tendríamos que haber alcanzado una madurez de la cual aún estamos lejos, muy lejos, para comprender que estar en desacuerdo puede ser el punto de partida para elegir los mejores caminos... y para comprender que no siempre el camino que resulta ideal en una oportunidad lo será en las ocasiones por venir.
Pretender que la cultura se alinee con el gobierno de turno no solo es torpe, sino también peligroso. Acallar a los que tienen posturas diferentes a las del gobernante y premiar a los que lo alaban es nocivo para una nación.
No solo sería tremendamente aburrido un país en el que todos piensan igual y en el que, por lo tanto, nadie lleva la contraria, sino que las consecuencias de la falta de crítica y de la ausencia de debate resultarían demoledoras. Es muy importante oír con atención y con respeto a los contradictores, aunque sea para fortalecer las propias posturas después de confrontarlas. O para descubrir las grietas que conviene resanar.
Los gobiernos de posturas extremas tienden a silenciar a aquellos que no piensan como quienes ejercen el poder político. En los medios de comunicación y en los diversos campos de la cultura. Su historia está llena de censuras, amenazas y exilios.
Solo los Estados maduros y los dirigentes responsables saben que un gobierno debe promover el ejercicio libre de la cultura, entre otras razones por las posibilidades que ofrece para que la sociedad se enfrente a las manifestaciones artísticas como si se mirara a un espejo, y se analice a partir de ellas, como si se sentara en un diván siempre conveniente.
Y decir ejercicio libre significa que también se debe promover a los que, por medio del arte, hacen señalamientos al gobierno o a un determinado sistema. Por supuesto, hay que tener temple y humildad para oír a los contradictores. Y hay que saber que aquellos que solamente se alimentan de la loa y del elogio no llegan muy lejos.
La cultura no debe estar al servicio del gobierno. Por el contrario, el gobierno debe estar al servicio de la cultura, sin cortapisas. En una feria del libro no debe ser el gobierno de turno el que hable de un país.
FERNANDO QUIROZ
@quirozfquiroz
(Lea todas las columnas de Fernando Quiroz en EL TIEMPO, aquí)
Fernando Quiroz
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