Acabo de terminar uno de los libros más fascinantes que he leído en los últimos tiempos: Patria, la premiada novela del donostiarra Fernando Aramburu que retrata la vida en el País Vasco durante el apogeo de Eta y los años finales de este grupo armado.
Ahora que he llegado a la última página de esta novela que fue convertida en exitosa serie de televisión, me doy cuenta de que hay en ella muy poca sangre y muy pocos disparos. Los hay: estremecedores, por cierto. Pero, más que en las heridas abiertas y en los corredores de sangre, más que en la metralla dispersa en las calles y las fachadas de los edificios calcinadas, Aramburu se adentra en la cabeza y en el corazón de los miembros de dos familias vascas que simbolizan la estupidez de la guerra.
Y allí encuentra el miedo, el dolor, el engaño, la manipulación, la venganza, la solidaridad, la compasión, la ira... Más allá de las proclamas y de las marchas, de los atentados y de las amenazas, encuentra sentimientos y los expone al vaivén de una guerra que no lleva a ninguna parte.
Aramburu no se queda con las fotografías impactantes de las primeras planas, sino que descorre las cortinas de un capítulo doloroso de la historia reciente de España, y encuentra a los protagonistas: gente de pequeños poblados que, casi con la misma facilidad, termina convertida en víctima o en victimario. Gente del común que vio morir a los suyos o los vio convertirse en asesinos sin entender muy bien por qué.
Familias como la gran mayoría de las que habita aquella región próspera que terminaron enemistadas aunque coincidieran en lo esencial. Jóvenes que perdieron para siempre la tranquilidad o perdieron irremediablemente sus mejores años.
Eso la hace una gran novela: haber llegado hasta la médula. Eso y una manera de narrar que envuelve, un manejo fascinante del tiempo y una magistral construcción psicológica de los personajes.
Aunque cada conflicto tiene sus particularidades –y a Eta lo movía un propósito independentista y una reacción a la brutalidad del franquismo–, hay en el día a día de los pueblos en los cuales se desarrolla esta novela, y en la mente de los victimarios y en el corazón de las víctimas, muchas similitudes con la realidad que hemos padecido en Colombia. Por eso, a quienes hemos vivido en medio del conflicto armado, Patria nos toca de manera especial.
Fernando Quiroz@quirozfquiroz