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Muerte y resurrección de las principales economías

El panorama mundial depende de la vacunación y de evitar una crisis de solvencia de las empresas.

Ciertamente la crisis originada por el covid-19 no tiene precedente frente a crisis anteriores por lo repentino y severo de la contracción global, así como la esperada y muy rápida recuperación del producto interno bruto (PIB) y el empleo en los países de la Ocde, si bien habrá de dejar cicatrices profundas que se deben identificar y buscar subsanar.
Comencemos por los Estados Unidos. La pandemia ha sido el golpe más severo a su economía desde la Gran Depresión. El PIB se contrajo a una tasa sin precedentes del 31,5 por ciento en términos anuales durante el segundo semestre del 2020, con la pérdida de más de 22 millones de empleos en marzo y abril de ese año, disparando la tasa de desempleo de su nivel más bajo en los últimos 50 años del 3,5 por ciento en febrero a 15 por ciento en abril. Así como la contracción de la economía americana fue dramática, la recuperación también lo está siendo, con un crecimiento del PIB anualizado del 8 por ciento en la segunda mitad del año 2020, con una proyección de un crecimiento de alrededor del 7 por ciento en el 2021, que, de llegar a darse, batirá el récord de crecimiento alcanzado en 1984, sirviendo la economía americana como uno de los ‘ferrocarriles’ de la recuperación mundial –junto con China–. Aun así, todavía hay casi 10 millones de desempleados con relación a la prepandemia, si bien se proyecta una tasa de desempleo del 4,5 por ciento a finales del año y 3,5 por ciento en el 2023. Para completar este idílico panorama, el FED proyecta un “pico” inflacionario de tan solo el 2,4 por ciento este año, cayendo al 2 por ciento en el 2022-23 (ver, R. H. Clarida, ‘U. S. Economic Outlook and Monetary Policy’, discurso virtual del vicegobernador del FED en la conferencia del Instituto Internacional de Finanzas, Washington D. C., marzo 25, 2021). La enorme expansión fiscal y monetaria explica la rapidez de esta recuperación. Por supuesto todo esto supone que la pandemia en términos de contagios y muertes continuará cayendo a medida que la vacunación se extiende.
La situación económica en la Unión Europea (UE) es menos clara y optimista ante el rezago notable en la vacunación contra el covid-19 y la reimposición de cuarentenas estrictas en varios países. Después de una recuperación en la tasa de crecimiento del PIB real en el tercer trimestre del año pasado, esta cayó en 0,7 por ciento en el último trimestre del 2020, para cerrar con una contracción pronunciada del 6,6 por ciento en el año completo (ver, ECB, Economic and Monetary Developments, marzo, 2021). La fragilidad económica se extendió al primer trimestre de este año con una posible contracción adicional, reflejando una nueva ola de contagios del covid-19 y medidas de otro ‘coma inducido’ por las nuevas cuarentenas. En los países que dependen más del sector servicios (turismo, hoteles y restaurantes) como España, Francia e Italia, la contracción es más severa. Esta situación solo cambiará con una aceleración de la vacunación de la población, pero bien puede descarrilar las proyecciones de crecimiento del producto del Banco Central Europeo (ECB) de un 4,0 por ciento para este año completo y para el 2022, que parecen algo optimistas si bien están por debajo del 6,5 por ciento de crecimiento global (excluyendo el área del Euro). Aun con el estímulo fiscal y el externo proveniente de las políticas de los Estados Unidos y la reactivación de la China, la recuperación en la UE parece rezagarse. La deflación de finales del año pasado (-0,3 por ciento de caída en el índice de precios) empujada por los problemas del lado de la oferta, el aumento de precios de productos básicos (petróleo, cobre, acero, entre otros) y la recuperación relativa de la demanda agregada (consumo) apoyada por fuertes estímulos fiscales (con un déficit fiscal estimado del 7,2 por ciento del PIB, muy por encima del 0,9 por ciento del año 2019, y un aumento al 95 por ciento del PIB de la deuda pública) y monetarios. Aun así, la inflación proyectada para el año es de solo el 1,5 por ciento.
En cuanto a China, la actividad económica en el último trimestre del 2020 continuó su auge, impulsado por la expansión crediticia, inversión pública y la demanda externa. Su PIB creció el 2,3 por ciento en el último año, crecimiento muy por debajo de lo usual, pero muy satisfactorio comparado con la profunda contracción en los Estados Unidos y la UE. China enfrenta una situación preocupante de sobreendeudamiento generalizado, que puede terminar en una crisis financiera que hasta ahora el mundo ha evitado.
El panorama internacional para el 2021 es el de una espectacular recuperación en los Estados Unidos y China, con un crecimiento más tentativo y lento en la UE. Sin embargo, la pandemia está lejos de haber terminado y el panorama mundial depende del éxito de las medidas de contención y vacunación contra el covid y de evitar una crisis de solvencia de las empresas, bancos y gobiernos.
Fernando Montes Negret
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