El drama de Bogotá, y por consiguiente de los bogotanos, nativos o adoptados, que vivimos en esta ciudad y que la amamos, es que su futuro hacia el siglo XXI lo están enredando en una pelea artificiosa entre ‘petristas’ y ‘peñalosistas’ (ideada con seguridad por los estrategas de la defensa del señor Alcalde) que distrae de los puntos fundamentales la atención de los ciudadanos y la desvía hacia nonadas insignificantes (para el desarrollo de la ciudad), como la fiesta brava y la estólida trifulca entre taurinos y defensores de los derechos de los animales.
Entonces a tutiplén nos olvidamos del metro, del TransMilenio por la 7.a, de la reserva Van der Hammen, de las necesidades imperiosas de la ciudad en todos los órdenes, y nos enfrascamos en una pelea de marchantas (¿existen todavía las marchantas?) sobre si el malvado exalcalde Petro lideró la manifestación antitaurina o si esta fue infiltrada por agentes de la Alcaldía que deseaban darle a una protesta pacífica, aunque altisonante, el carácter de una agresiva asonada. Hasta escritoras inteligentes y amenas como Melba Escobar han caído en el jueguito, que analizó de forma breve y espléndida Don Popo en el mismo periódico bogotano en el que Melba publica sus columnas.
Mientras tanto, un asunto de importancia vital para la ciudad, como la acción de cumplimiento presentada por el concejal progresista Hollman Morris, ha pasado completamente inadvertida por los medios escritos, audiovisuales y radiales, que por supuesto encuentran más divertido poner de relieve los asuntos frívolos y dejar en la sombra, por aburridos, los importantes.
Antes de continuar, y para enlazar con lo que sigue, responderé a una consulta que me hizo vía correo electrónico el señor Andrés Ramírez Forero, de la firma Webmaster Todoequipos S. A., y cuyo aparte pertinente dice: “El pasado 21 de diciembre por diferentes medios de información, por Twitter y Facebook se anunció la ‘Guía para la contratación transparente en el Distrito Capital’, en dicho evento se dijo que la semana siguiente se publicaría la guía, pero he intentado por todos los medios encontrarla, en la página de la Alcaldía, en el Twitter de la misma, en la página de Jurídica del Distrito, he enviado tuits solicitándola, incluso llamé a la Alcaldía, pregunté en Jurídica, me pasaron a Doctrina, a Publicaciones, incluso en Archivo, y nadie me da respuesta de la misma, incluso no saben de qué se trata…, me gustaría conocer su opinión, o si tienen información de la famosa guía que por ningún lado de internet se consigue”.
Después de una búsqueda minuciosa, por internet y por la Alcaldía, similar a la realizada por don Andrés, las personas que me ayudaron en la pesquisa encontraron por fin, en físico, la guía por la que pregunta el lector. Se trata de un libro en pequeño formato, de 120 páginas, y una carátula bien diseñada que lleva como título ‘Guía para la Contratación Transparente en el Distrito de Bogotá (sic)’. No aclara el título si se trata del Distrito Capital o de algún otro distrito específico. Lo único que pudimos conseguir de esa guía, que nos dejaron fotografiar con gran sigilo, fue la portada y el índice, y la aclaración de que los ejemplares se encuentran impresos desde hace días. Por qué no se han distribuido al público, y en especial a las personas interesadas en la contratación transparente con el Distrito (Capital), es un misterio que no conseguimos dilucidar. Nadie sabe nada al respecto en la Alcaldía y sus alrededores.
Continúo. Por estos días, la señora juez 54 administrativa del Distrito Judicial de Bogotá debe emitir su fallo en la acción de cumplimiento sobre el metro subterráneo del Distrito Capital solicitada por el concejal Hollman Morris. Se han expuesto los argumentos por la parte demandante, que demuestran con pruebas cómo en la elaboración del presupuesto de la Primera Línea del Metro de Bogotá (PLMB), en la vigencia que va del 1.° de enero al 31 de diciembre del 2017, se cometieron irregularidades, como la aprobación del uso de vigencias futuras por valor de 4 billones y pico de pesos, que eran las mismas aprobadas por el Concejo en el 2015 para utilización exclusiva en el metro subterráneo, y que por ende no podían tener un uso diferente. También se demuestra que en la presentación del proyecto para la PLMB (elevado) no se mostraron los estudios técnicos de ingeniería de detalle, lo que viola lo dispuesto en la Ley 1483 del 2011 y su decreto nacional reglamentario 2767 del 2012. Así mismo, se da cuenta de que el Confis aprobado en sesión virtual n.° 19, que aprobó el presupuesto de rentas e ingresos de la Empresa Metro de Bogotá S. A., “es mencionado en la resolución n.° 14 del 2016, pero no aparece publicado en la página de la Secretaría de Hacienda Distrital”. Son apenas tres aspectos graves de los varios que expone en su demanda de acción de cumplimiento el concejal Morris.
Por su parte, el señor alcalde mayor, Enrique Peñalosa, presentó ante el Juzgado 54, “en cumplimiento al numeral 5 del auto admisorio de la acción de cumplimiento”, un escrito para sustentar la decisión de modificar la PLMB de subterránea a elevada. No califico el alegato del señor Alcalde, por parecerme impertinente hacerlo antes de que se produzca el fallo de la señora juez 54, doctora María Carolina Torres Escobar, pero sí me referiré, entre las varias contradicciones que trae, a la siguiente: “La mala experiencia de la ciudad en la ejecución de obras bajo tierra, con el deprimido de la calle 94 como ejemplo reciente (proyecto que con solo nueve metros de profundidad presentó demoras y sobrecostos superiores al 100 %)”.
Estoy por entero de acuerdo en esto con el alcalde Peñalosa, pero entonces le pregunto: si es tan mala esa experiencia subterránea, ¿por qué su proyecto de troncal de TransMilenio por la carrera 7.a incluye tres deprimidos más complejos que el de la 94, y un pasaje subterráneo entre la calle 72 y la avenida Caracas, quince o veinte veces más complicado que el deprimido de la 94?
Reitero que no existe motivación alguna de carácter político en la acción de revocatoria del Alcalde Mayor, que han emprendido algunos grupos de ciudadanos. Se trata del ejercicio de un derecho constitucional al que apelan ciudadanos interesados en la suerte de Bogotá, disgustados con una administración mediocre y preocupados con un plan de desarrollo que no vale sino la pequeñez de noventa billones de pesos (noventa millones de millones), los cuales saldrán, como es inevitable, del bolsillo de los ciudadanos, a quienes ni aún se les ha explicado, con detalle y suficiencia, en qué consiste el plan Bogotá mejor para todos, mantenido en las mismas condiciones esotéricas que la ‘Guía para la Contratación Transparente’ y el Confis virtual n.° 19. Noventa billones es una suma mayúscula, que puede dejar a la capital quebrada y empeñada por los próximos cincuenta años.
El propósito de la revocatoria, según lo entiendo, no busca tanto revocar al Alcalde (porque el resultado en las urnas no podemos saberlo hasta después del escrutinio), sino obligar a un debate ciudadano sobre las bondades o inconveniencias del plan de desarrollo, en el que la ciudadanía tiene derecho pleno a participar y decidir.
La acción de cumplimiento emprendida por el concejal Hollman Morris forma parte de las obligaciones que un concejal de la capital, elegido por el voto popular, tiene con sus electores y con los habitantes en general. Puede considerarse equivocada o acertada su actitud, pero no atribuirle un sesgo político, que no tiene, solo porque la adelanta un concejal de la oposición.
Dice al respecto Melba Escobar, analista de posverdades, y experta en estas: “Petro puede decir que el metro se va a devolver ocho años, que el Distrito va a perder $ 130.000 millones, aunque nada de eso tenga fundamento ni evidencia que lo constate. Lo cierto es que mientras él tiene un séquito que repite sus posverdades a diestra y siniestra, no hay un grupo organizado que recoja sus mentiras, las denuncie o confronte”.
Esa sí es una posverdad evidente, como la de la pobre viejecita sin nadita que comer. O Melba vive en el mundo puro de la posverdad, o no se ha dado cuenta de que al pobre señor Alcalde Mayor no le hacen eco sino el 99 por ciento de los medios de comunicación, el 98 por ciento de los columnistas de opinión (Melba incluida), dedicados tanto a la alabanza de los prodigios del eminente urbanista que hoy rige los destinos de la capital como a la detracción incesante del malvado exalcalde Petro y de sus infames aspiraciones a la presidencia. “Petro miente sin pudor, difama, divide con séquito destructivo que no tiene competencia. Si no fuera la fiesta brava habría otra noble causa que lo mismo le serviría para sus fines oportunistas. Ya ha ocurrido y seguirá ocurriendo. Hoy en día se erige como el líder incuestionable de la posverdad en el país, y como si fuera poco, con aspiraciones presidenciales”, dice la adorable Melba, quien al parecer se cree sus propias posverdades.
Enrique Santos Molano
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