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Un metro llamado Deseo

Bogotá necesita un alcalde que se comprometa con el metro subterráneo y el transporte multimodal.

Durante su campaña electoral, Enrique Peñalosa se comprometió a construir el metro subterráneo de Bogotá, “con eventuales tramos elevados”. En su primera administración (1998-2000) se había comprometido a lo mismo. Recibió del gobierno de Ernesto Samper los fondos para realizar esa obra, tan anhelada por los bogotanos y frustrada, una y otra vez, durante medio siglo, hasta entonces. Han transcurrido otros veinte años y Bogotá no tiene metro.
Bogotá no tiene metro porque el alcalde Peñalosa le puso conejo a la ciudad. Utilizó la plata del metro en un proyecto centímetro: TransMilenio. Nos lo vendió como la maravilla suprema del transporte público urbano moderno en el mundo. Aseguró que TransMilenio suplía con ventaja al metro y que solucionaría, de una vez por todas, los problemas de movilidad en Bogotá. Al cabo de diecinueve años, el problema de inmovilidad en la capital de la república se ha agravado otras tantas veces. Gracias al TransMilenio de Peñalosa la empresa Volvo se desenhuesó de la chatarra con la que estaba encartada, pero Bogotá, además de haber elevado a grados peligrosos sus índices de contaminación ambiental, perdió la posibilidad de contar hoy día con un sistema multimodal de transporte.
Peñalosa nos condenó a un medio unimodal, que en lo único que supera al metro subterráneo y al tranvía, por ejemplo, es en costos. El TransMilenio le ha costado a Bogotá, en construcción, mantenimiento y demás, el doble o triple de lo que habrían consumido metro subte y tranvía juntos. Lo ha demostrado con cifras irrefutables el concejal Hollman Morris en sus informes y debates a lo largo de tres años y en las demandas que ha presentado sobre la ilegalidad del metro elevado, la carencia de estudios de ingeniería, la improvisación en todo y la precipitada irresponsabilidad con la que han abierto una licitación ficticia. Peñalosa expuso como argumento axial para desechar el proyecto de metro subterráneo y cambiarlo por el metro elevado que este era “mucho más barato”.

Claudia López manifiesta que ella va a construir sobre lo construido, dando por sentado que el metro elevado está en construcción. Alguno de sus consejeros debería instruirla mejor sobre el asunto

El costo de la primera línea del subte, al presente, no pasaría de los 17.5 billones de pesos, calculados con ingeniería de detalle, es decir, fijos y sin posibilidad de que se presenten sobrecostos. Su construcción demoraría tres años, su recorrido sería de 23 kilómetros entre Bosa y la calle 100, y movería 45.000 pasajeros hora sentido. El “barato” metro elevado tiene un costo de 16.5 billones, sin ingeniería avanzada, lo cual indica que su costo real podría ser de un 50 % más, la construcción demoraría siete años (no se inauguraría hasta 2026), apenas iría hasta la calle 72 (20 kilómetros) y no movería más de 26.000 pasajeros hora sentido. ¿Cuál de los dos metros sale más barato y cuál le conviene a Bogotá? No me explico por qué los medios, la Alcaldía y el gobierno nacional le escurren el bulto a este debate de cara a los ciudadanos.
Aspirantes a suceder a Peñalosa, Claudia López y Carlos Fernando Galán, han declarado que continuarán adelante con el metro elevado. Eso demuestra que ninguno de los dos, ni Galán ni Claudia, tiene la menor idea al respecto, ni está preparado para sacar a Bogotá del embrollo en que la tiene metida el alcalde Peñalosa. Ambos serían un desastre igual o peor que el actual mandatario distrital.
Claudia López manifiesta que ella va a construir sobre lo construido, dando por sentado que el metro elevado está en construcción. Alguno de sus consejeros debería instruirla mejor sobre el asunto. El elevado ni siquiera tiene estudios de factibilidad, y está soportado sobre mentiras y argumentos endebles. Lo único que hay construido hasta el momento es el Proyecto del Metro Subte, que se elaboró durante ocho años, cuenta con los estudios completos de ingeniería avanzada, con los avales de la banca internacional, y que está listo para ser licitado, construido e inaugurado en el 2022 si las obras empiezan el año próximo. Bogotá necesita un alcalde que se comprometa con el metro subterráneo y el transporte multimodal, como lo están los precandidatos de Colombia Humana, Hollman Morris y Jorge Rojas.
Que el metro subte de Bogotá no se nos quede en el deseo por otros cien años.
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