El presidente de ProBogotá Región, Luis Guillermo Plata, considera en una columna que publica este diario (12 de enero del 2017) que el movimiento para propiciar la revocatoria del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, “suena más a estrategia con sesgo ideológico de la oposición que a una intención clara de la ciudadanía de sancionar a su gobernante por incumplir o por tener un pobre desempeño administrativo. En ProBogotá creemos que revocar a Peñalosa por motivos ideológicos es un precedente fatal para la gobernabilidad de las ciudades”.
Desde luego, en ProBogotá pueden creer lo que quieran, pero no está bien tratar de hacerles creer a los demás que lo que ellos creen es la verdad absoluta y punto; por ejemplo, atribuirle sin más ni más un sesgo ideológico al movimiento revocatorio, promovido “por la oposición”, y exponer argumentos de tanta pobreza, sin sustento alguno, para hacer tales afirmaciones.
¿Qué sesgo ideológico puede haber en una discusión sobre la conveniencia o inconveniencia de meter en la 7.ª el TransMilenio pesado, decisión del alcalde que alguien insospechable de escribir con sesgos ideológicos, como Armando Silva, ha calificado con certeza magistral como “una infamia”? Eso es precisamente lo que, quienes consideramos oportuno un movimiento revocatorio del alcalde Peñalosa, queremos evitar, entre otras cosas: que se cometa contra Bogotá la infamia urbanística de quebrarle su columna vertebral, la avenida 7.ª. Una infamia, como lo sería la de quebrarle a alguien la columna para obligarlo a meterse en una camisa que no le entra. Si el alcalde Peñalosa, los miembros del Concejo de Bogotá o el presidente de ProBogotá no tienen idea del papel que cumple la columna vertebral en el organismo, el doctor Fernández, médico de EL TIEMPO, podría darles una explicación precisa, reveladora, amena. Y sin sesgo ideológico.
Quizá el presidente de ProBogotá ve en la propuesta de revocatoria actual el sesgo ideológico que sí fue evidente cuando se intentó la del alcalde Petro. ¿Tendrán sesgo ideológico ciudadanos que solo aspiran al bien de Bogotá con la defensa de la reserva ecológica Van der Hammen, o exigen el cumplimiento de la septuagenaria aspiración bogotana de dotar a la capital de un metro subterráneo, como lo poseen las grandes capitales, que sin ese medio de transporte masivo, el más eficiente y eficaz que se conoce, padecerían el mismo problema de paraplejismo que afecta a Bogotá por la falta de un sistema de metro subterráneo? ¿Qué sesgo ideológico le ve el presidente de ProBogotá a la actitud de pedir que no se vendan los bienes productivos de la ciudad?
Que el desempeño de la administración Peñalosa en su primer año ha sido pobre, es la sensación que se tiene en la calle, como Vladdo la registra en su columna de EL TIEMPO (11 de enero del 2017): “Necesitaría todas las páginas de este periódico para citar los numerosos casos de moral relativa que nos agobian, pero quiero concluir por ahora con quienes pregonan el fracaso del posconflicto –que no ha cumplido ni un mes— pero que a la vez piden paciencia con el pobre desempeño de Enrique Peñalosa, porque ‘apenas’ lleva un año”.
Un ejemplo de ese “pobre desempeño” lo mostró la magnífica crónica de este diario sobre el caos desatado en la carrera 7.ª, entre las calles 19 y 24, que desde hace un año parecen dejadas de las manos de Dios y del Alcalde, como podemos comprobarlo a diario los habitantes de la calle. La alcaldía anterior concluyó y les entregó a los ciudadanos el tramo peatonal entre la plaza de Bolívar y la avenida Jiménez, que la ciudadanía ve hoy con orgullo y disfruta con placer como uno de los lugares amables y atractivos de la capital. Se suponía que la nueva administración debería continuar la peatonalización y entregarla terminada, entre la avenida Jiménez y la calle 24, en el primer año de gobierno del alcalde Peñalosa. Pasó ese año, y no solamente ni siquiera se empezaron los trabajos de continuidad, sino que se descuidó la 7.ª, a tal punto que se ha convertido en un bazar infernal de ruido, basuras, vendedores con parlantes a todo volumen que ofrecen mangos y otras frutas delicadas. El calificativo que puede aplicársele ahora al sector histórico de la carrera 7.ª, al cabo de un año de “la Bogotá mejor para todos”, es el de asqueroso. La funcionaria que dirige la Secretaría de Hábitat dice con desfachatez admirable que “se va a recuperar” la 7.ª, aunque no explica cómo. La única forma de lograr esa recuperación es continuando los trabajos iniciados por la administración precedente y llevándolos a término de acuerdo con los diseños originales.
No hay, pues, ningún sesgo ideológico en la propuesta de revocatoria del alcalde del Distrito Capital de Bogotá. Es una herramienta constitucional que, más allá de que se logre o no se logre la revocatoria, tiene el propósito fundamental de producir un debate amplio, sonoro, en el que participen los habitantes y en el que la ciudadanía tome conciencia de sí misma y diga, con conocimiento y razones, Sí o No al plan de desarrollo que impulsa el alcalde Peñalosa.
Tendremos seis meses para hacer ese debate, democrático como el que más, y que definirá el destino de nuestra capital en el siglo XXI.
Enrique Santos Molano
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