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La ‘Reportera X’

Una serie de ficción-no ficción, nutrida en la realidad histórica de Colombia.

Se presentó en sociedad, como decían antes las crónicas sociales, en el salón de ejecutivos de EL TIEMPO, el miércoles pasado, la señorita Reportera X. No se trata de una periodista nueva y misteriosa que vaya a trabajar en este diario, sino de una serie novedosa e intrigante de televisión, en seis capítulos, que se emitirán a partir del sábado próximo a las ocho de la noche por el Canal Trece, con la complicidad de EL TIEMPO, la Autoridad Nacional de Televisión, la productora Dramax y el propio Canal Trece.
Reportera X es una serie de ficción-no ficción, nutrida en la realidad histórica de Colombia. Su libretista, el escritor Andrés Ospina, logra un entramado que se diría escrito en plena traba por Truman Capote, y con el cual consigue el efecto prodigioso de situarnos en el escenario coherente de los hechos que condujeron a la tragedia colombiana de la violencia, que alcanzó su punto de ebullición el 9 de abril de 1948.

Esta realización del Canal Trece muestra cómo las regiones están adquiriendo su verdadera autonomía

Una reportera principiante de televisión del siglo XXI (María Fernanda Matus), cuyas investigaciones audaces sobre el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán le valen que no pase el período de prueba, se dedica a investigar un soneto profético escrito en 1946, en el que un poeta que no existe advierte lo que habrá de ocurrir dos años después (el 9 de abril del 48), soneto encontrado por un coleccionista de libros antiguos (Carlos Duplat) entre las páginas en blanco de un volumen empastado y que tiene en su portada interior la firma de Enrique Santos Montejo, que suscribió su columna en EL TIEMPO (1919-1971) con el seudónimo de Calibán. El anticuario pone en conocimiento de la Reportera X el soneto recóndito, y una serie de casualidades (no tan casuales) llevan a la joven periodista a indagar el rastro de un viejo marrullero llamado Raimundo Caraballo (Christian Gómez), de quien se rumoraba que, cuando niño, pocos días después de ocurrido el 9 de abril, un agente de la CIA le entregó un paquete de documentos con los datos acerca de quienes habrían sido los autores intelectuales del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
(Al finalizar el evento, pidió la palabra la doctora Gloria Gaitán para anunciar que ella y sus abogados tenían lista la demanda del fallo oficial sobre el crimen del 9 de abril, y las pruebas irrefutables de que el asesinato de su padre fue urdido entre “la CIA y la oligarquía liberal conservadora”).
En sus pesquisas incansables, la Reportera X descubre que el autor del soneto profético, don Rodrigo de Arce, no es otro que el célebre periodista de crónica roja (expresión hoy en desuso) José Joaquín Jiménez (que firmaba Ximénez), quien acostumbraba poner sonetos de su autoría en los bolsillos de aquellos enamorados despechados que habían introducido la moda simpática de curar sus desdichas de amor, u otras, tirándose del salto de Tequendama. Los sonetos de los suicidas elevaban al máximo la morbosidad y la intriga de los lectores de aquella época, tan lejana y tan cercana de nuestros días, como que todavía padecemos sus consecuencias.
La reportera novata, decidida a resolver el misterio y la conexión entre el soneto de 1946 y los papeles secretos que el viejo Caraballo oculta como un Cancerbero insobornable, está en un berenjenal plagado de peligros insospechables y de retos fascinantes que van a mantener a la audiencia del Canal Trece bajo la misma fascinación que las crónicas de José Joaquín Jiménez ejercieron durante más de una década sobre miles y miles de lectores.
Aparte de su interés dramático enorme y de la calidad actoral, de producción, de libreto y de dirección impecables, esta realización del Canal Trece (“un canal público regional de televisión para los jóvenes”), como lo señalaron su directora, Gina Albarracín; el director de EL TIEMPO, Roberto Pombo; el director de Dramax, Jorge Alí Triana, y el libretista Andrés Ospina, muestra cómo las regiones están adquiriendo su verdadera autonomía, tomando la iniciativa y efectuando de manera efectiva y con excelencia la descentralización que ordena la Carta del 91.
El Canal Trece, Teleantioquia, Telecaribe, Telepacífico y demás canales regionales prueban la paradoja maravillosa de cómo la descentralización administrativa nos encamina eficazmente a la integración nacional. A que pasemos de país de regiones aisladas las unas de las otras, mutuamente ignoradas, a ser una nación en la que todos nos sintamos a gusto, en cualquier parte de ella en que nos encontremos.
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