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Lo que el virus nos robó

Hay algo que todos perdimos, sin distinción de nacionalidad o posición económica: nuestra libertad.

Este virus les ha quitado mucho a demasiadas personas y así, mientras existen quienes vieron su salud comprometida hay otros que perdieron su lucha y hoy, tristemente, son una estadística. También están aquellos que se quedaron sin empleo o los que de alguna forma se vieron obligados a empeñar su vida.
Teniendo esto en cuenta, a mí me robó algo que puede sonar superficial, pero que aun así era lo que más deseaba: mi graduación.
Desde hace más de cinco años que sueño con escuchar mi nombre completo y subir a un escenario vestida de toga y birrete para que un profesor me ponga una medalla y otro me entregue un título donde me llamen “Licenciada”. Sin embargo, mi anhelado 24 de abril nunca llegó y ahora toca esperar a que “podamos tener permanencia”, como dijo el rector de la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello).
Si hablamos de lo que el virus nos robó, a muchos les truncó sus planes de emigrar, dejando a medias la solicitud de pasaporte o haciendo que la visa tarde más de la cuenta y, más importante aún, con la economía mundial destrozada “aventurarse a lavar platos” ya no parece una opción viable.
Si a la economía nos referimos, la situación es delicada tanto para los pequeños como grandes empresarios y, por primera vez desde 1929, nos enfrentamos a una Gran Depresión. No hay producción ni demanda de servicios, el petróleo alcanzó números negativos y muchos de los negocios que cerraron no volverán a abrir. Por su parte, quienes dependen de la economía informal, al menos en Venezuela, tienen que ingeniársela para sobrevivir.
Pero, por sobre todo, hay algo incluso peor, algo que todos perdimos, sin distinción de nacionalidad o posición económica: nuestra libertad.
El virus nos obligó a confinarnos dentro de cuatro paredes, a utilizar el hashtag #Quédateencasa, en un desesperado intento por no volvernos locos, mientras vemos a través de una ventana cómo el mundo sigue adelante sin nosotros, perdiendo la noción de los meses a la vez que recordamos con nostalgia aquella época cuando podíamos salir.
Elly Hernández
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