¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Roblox, una gran oda a la idiotez

Los niños se están volviendo ansiosos, robóticos, violentos, adictos y hasta idiotas.

Diego Santos
Si ustedes tienen hijos de entre 6 y 11 años, seguramente han escuchado de Roblox, una plataforma de videojuegos en línea que está causando furor entre los niños, más aún en este mundo de la virtualidad en el que ellos, ante la incapacidad de profesores y padres de supervisarlos de manera permanente, se han vuelto los dueños absolutos de su tiempo.
Mi hija menor tiene siete años, y la mayor, ocho. Pese a las múltiples charlas que hemos tenido con ellas, con sus profesores, y los papás de sus compañeras de colegio, nos ha quedado muy difícil regularles el acceso a Roblox.
En medio de una clase se conectan a jugar con sus compañeras; en los recreos no se paran a jugar en la sala, sino que se quedan pegadas a la pantalla; cuando terminan la clase, es el mismo suplicio. A tal nivel de exasperación llegamos que, en el chat de papás del colegio de las niñas, acordamos limitarles las horas de juego. Logramos llegar a un consenso de “solo” lunes, miércoles y viernes hasta de 4 a 5:30 de la tarde, pues porque pobrecitas las niñas encerradas sin poder jugar con sus compañeros de colegio de manera presencial.
Ni así funcionó la cosa. La semana pasada, en un curso que atiende una de mis hijas, la profesora me escribió: “Diego, es muy difícil controlarle lo del Roblox”.
¿Cómo así? “Pues sí, dice que sabe que está mal hecho, pero que no puede dejar de hacerlo, que sus compañeras también están ahí metidas”.
El viernes pasado, desbordado por esa ira que les da a veces a los papás, les bloqueé, a través de una extensión de Chrome, el acceso a Roblox. Se acabó Roblox en la casa. Ya no pueden entrar. Punto y final. Pues, nada, el ‘show’ que armaron fue de padre y señor mío. Si no quemaron la casa es porque aún no se les ocurre, pero el drama me dejó perplejo.
Es como si les hubiera arrancado la piel.
Todo esto podrá sonar muy cómico, pero dista mucho de serlo. Lo que pasa en mi casa está sucediendo en muchos hogares colombianos donde el Roblox está transformando la personalidad de nuestros menores. Se están volviendo ansiosos, robóticos, violentos, adictos y hasta idiotas.
Roblox es un gigante de los videojuegos en el mundo. Se constituyó en 2006, pero ha ido creciendo de forma exponencial.
A finales de 2019 ya contaba con más de 5 millones de creadores de videojuegos y más de 200 millones de jugadores activos mensuales que registran más de 450 millones de horas de juego. Las cifras son tan absurdas que uno realmente no entiende la magnitud del daño en nuestros menores.
Más allá de los evidentes peligros que esconden estas plataformas con la presencia de pedófilos o enfermos que están buscando abusar y vulnerar la inocencia del mundo de los niños, el componente adictivo en edades tan tempranas es realmente preocupante.
Algunos padres dicen que no pasa nada con un par de horas de juego. Inclusive hay otros que señalan que los niños aprenden de programación y los prepara para el mundo del futuro.
Ni lo uno, ni lo otro. Un niño no tendría por qué estar jugando videojuegos antes de los 14 años. Y mover las teclas del cursor y hablar por chat con desconocidos no es programación. Es idiotez. Y lo que estamos haciendo es cultivando idiotas.
¿Dónde quedaron la literatura, la pintura, la enseñanza real para niños?
La reacción de mis hijas ante la prohibición de Roblox fue una bandera roja de lo que los videojuegos estaban empezando a generarles. No sé si podamos prohibirles del todo Roblox.
Yo lo haría, pero soy consciente de que prohibir no es la manera de educarlos. La cura puede terminar siendo peor que la enfermedad.
No obstante, por ahora, no habrá más Roblox en mi casa, mientras estudiamos y nos asesoramos con médicos y educadores sobre el mejor proceder. Si ustedes andan con la misma preocupación, enfrenten el problema cuanto antes. Es por el bien de sus hijos.
DIEGO SANTOS
Analista digital
diegosantos1978@gmail.com
Diego Santos
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción