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Hasta que todos estemos a salvo

Creo en el compromiso colectivo para salir de la crisis de salud que estamos viviendo.

Diana Pardo
Me vacuné contra el covid-19 tan pronto tuve la oportunidad de hacerlo. Animé a mi familia y amigos a que también lo hicieran. Prefiero reunirme solo con personas que hayan recibido la vacuna. Creo que esta es la única herramienta que tenemos para aprender a convivir con el virus sin que acabe con nuestros planes, nuestros sueños y nuestras vidas; la única manera, así lo creo, de rescatar una normalidad que en cualquier caso jamás será la misma que vivíamos antes de la pandemia.
(Lea además: Rincones de Bogotá)
Alrededor de la vacunación se ha desarrollado un ambiente moralista que polariza todavía más nuestra ya de por sí fragmentada sociedad. Como si no tuviéramos suficientes temas que nos dividen. Qué nos íbamos a imaginar que un desafío de salud pública como el que estamos experimentando no sería un magnífico motivo para acercarnos como humanidad, para volvernos más solidarios y ecuánimes.
Dentro del grupo de personas antivacunas hay de todo: hay quienes temen las secuelas que puedan sufrir en su organismo, hay a quienes su religión no se lo permite, pero hay también un grupo grande para quienes no vacunarse se ha convertido en un acto político de protesta contra la postura un tanto autoritaria que han adoptado algunos gobernantes. Y es que es un hecho que durante la pandemia nuestros líderes han asumido un discurso déspota, y los ciudadanos hemos obedecido y nos hemos resignado a sus lineamientos y hemos acatado órdenes pensando en que son medidas transitorias que se requieren para afrontar la emergencia sanitaria.
Esta pandemia ha demostrado ser un problema no solamente de salud pública. Se ha convertido en un debate de valores, libertades y derechos. Los antivacunas consideran que estamos frente a un asunto de libertades individuales que el Estado, por ley, debería proteger. Pero, ¿acaso el ejercicio de la libertad que ellos claman (no vacunarse) no vulnera el derecho a la salud que tiene toda la sociedad? ¿No debe primar siempre el interés general? Y, además, ¿están conscientes del costo que tiene su decisión? ¿Prefieren asumir las consecuencias con tal de saberse libres?
Para mí, las vacunas son un tema de salud, creo en la libertad que me permite vacunarme para poder estar saludable y no poner en riesgo a los demás. Creo en el compromiso colectivo para salir de la crisis de salud que estamos viviendo. Porque, como dijo la vicesecretaria de Naciones Unidas, Amina Mohammed, “nadie está a salvo, hasta que todos estemos a salvo”.
DIANA PARDO
@Diana_pardo
(Lea todas las columnas de Diana Pardo en EL TIEMPO, aquí)
Diana Pardo
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