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Riesgo de infección y transporte público ¿Es 35 % adecuado?

La ocupación máxima impuesta por el Gobierno es una medida de prevención con soporte insuficiente.

El riesgo de infección por covid-19 puede ser alto en donde existe aglomeración, y por ello, con buen criterio, el Gobierno Nacional estableció un límite de 35 % de ocupación para buses y trenes en nuestro país. ¿Es este límite adecuado? ¿Debe ser más bajo, o más alto? La respuesta desde la ciencia es incierta, pero existen ya algunas evidencias.
Seúl y Tokio han mantenido uso elevado de transporte público durante la crisis, con más de 4 millones de viajes al día, y con conteos de casos muy bajos. En Japón no se evidenciaron infecciones asociadas al uso de trenes regionales (de cercanías), luego de hacer seguimiento riguroso de los patrones de viaje y permanencia en 17.00 casos confirmados. La revista ‘Science’ indica que el seguimiento realizado en Japón como estrategia para identificar grupos de infección (clústeres) ha reconocido como críticos algunos sitios como los gimnasios, bares, espacios para música en vivo, salones de karaoke y establecimientos similares donde las personas se reúnen, comen, toman, conversan, cantan, bailan o hacen ejercicio, y están cerca por periodos extendidos de tiempo. Contra lo que podría esperarse, los sistemas de transporte público, normalmente de alta ocupación, no aparecen en la lista japonesa. Los usuarios de trenes en Japón ahora siempre usan máscara y no hablan con otros pasajeros. En la nota de la revista ‘Science’, el virólogo Hitoshi Oshitani, de Tohoku University afirma que “un individuo infectado puede infectar a otros en los trenes, pero es raro; si la transmisión aérea fuera posible, se verían grandes brotes relacionados con los trenes”. Y no es así.
Un caso en China, citado por Alejandro Tirachini, profesor de la Universidad de Chile, muestra que en un evento religioso en Ningbo, provincia de Zhejiang, se contagiaron 29 personas de 293 asistentes (10,6 por ciento); de ellas, 22 viajaron en el mismo bus con una persona asintomática que había tenido contacto con personas de Wuhan (el contagio dentro del bus fue de 32 por ciento). Las otras siete personas contagiadas tuvieron contacto con la portadora durante el evento. El viaje en bus tomó 50 minutos de ida y 50 minutos de vuelta, y se contagiaron personas tanto a poca distancia como a mayor distancia dentro del bus (ver estudio). No es claro si la única cercanía de los contagiados con la persona infectada (IP: ‘index person’) fue a bordo del bus. Ninguna de las personas dentro del bus llevaba mascarilla.
Otro estudio de infección en Hunan reporta el caso de un bus con 48 pasajeros en un viaje de larga distancia. Ni la mayoría de los pasajeros ni la persona infectada usaron máscara. Siete personas desarrollaron la enfermedad, y una más fue testeada como positivo asintomático. Una persona adicional resultó infectada al abordar el bus después que los pasajeros originales salieron.
Con respecto al primer caso, Alejandro Tirachini se pregunta: ¿cuál hubiese sido el resultado si el bus iba igual de lleno, pero todas las personas llevan protección adecuada? ¿Qué tan seguro sería en ese caso el mismo nivel de ocupación de ese vehículo? ¿Qué tan larga debe ser la exposición para generar contagio? (en este caso fue 1 hora y 40 minutos). Estas preguntas también son aplicables al segundo caso, que ha sido muy influyente en la toma de decisiones sobre ‘distancia física segura’.
Una revisión de literatura del ‘Journal of Transport and Health’, sobre distintos aspectos del covid-19 y el transporte, resalta la importancia de distancia física y desinfección en el transporte público. Indica que vehículos de transporte público muy llenos podrían estar asociados a transmisión de enfermedades infecciosas, pero que la evidencia no es concluyente sobre la efectividad de suspender los sistemas de transporte público como medida de prevención de la pandemia. En cualquier caso, independiente del nivel de relevancia del transporte público para el riesgo de contagio individual, la exposición en el hogar es una amenaza más alta (citan a Williams et al., 2010; Cooley et al., 2011).
Una carta al editor revisada por pares de la revista ‘Influenza and Other Respiratory Viruses’ reporta un caso de uso de máscaras en transporte público y su influencia en la propagación de covid-19. El caso reporta un brote en transporte público, generado por una persona en Chongqing (China), que no usó máscara, y ya llevaba la infección, como tampoco varios pasajeros del mismo bus, en un viaje de 2 horas y 10 minutos. De 39 pasajeros en el bus, 5 se infectaron (12,8 por ciento). Luego, el paciente consiguió una máscara y tomó un microbús a su destino final, en un viaje de 50 minutos. Los 14 pasajeros del microbús fueron testeados y se les hizo seguimiento diario por 14 días, ninguno reportó infección. Es anecdótico, pero tiene soporte epidemiológico y muestra que no era cuestión de ocupación o distanciamiento, sino de uso, o falta de uso, de máscara.
Seguramente seguirán reportándose casos, pero parece existir un patrón: la importancia de usar máscaras, de no hablar (o cantar) y de desinfectar los vehículos, pero poca evidencia de que es o no es una distancia u ocupación seguras. Tal vez sea muy pronto para decir cualquier cosa, como con todos los temas relacionados con la pandemia, pero la ocupación máxima de 35 % es una medida de prevención con soporte insuficiente. Una buena idea, cuando debemos ser cautos, pero con un resultado incierto en propagación del virus y muy cierto en efecto económico para las ciudades y eventualmente para el Gobierno Nacional.
Solo en TransMilenio, la diferencia entre, digamos, un 50 % de ocupación máxima y el 35 % es del orden de 360.000 pasajeros al día, equivalentes a $ 900 millones por día laboral, o 23.000 millones al mes. Esta diferencia la cubrimos todos los que pagamos impuestos en Bogotá, con aportes al fondo de estabilización de tarifas del SITP (TransMilenio S. A. ya solicitó aumento de aportes por $ 885.000 millones para poder operar después de agosto). El Gobierno Nacional ha ofrecido líneas de crédito subsidiado para que Bogotá y otras ciudades puedan apoyar los sistemas de transporte masivo durante la crisis. El historiador y comentarista Fernando Rojas Parra sacó el trapo rojo para el transporte público y, haciendo eco a algunas autoridades, transportadores y al sindicato antioqueño, pide que se den aportes nacionales directos a la operación. Otros comentaristas, como Álvaro Montes, piden autorización rápida a plataformas de movilidad compartida.
Una opción, que merece por lo menos un debate, como lo sugirió un editorial de EL TIEMPO del 22 de mayo, es el tema de ocupación: ¿aumentar a 50 % será un aumento significativo de riesgo si todos usamos máscara y se refuerza la desinfección de los buses y trenes? ¿Qué dice la trazabilidad de los casos en Colombia? ¿Confirma o no el transporte público como un sitio de alto contagio? ¿Es un taxi o un carro de plataforma web una alternativa segura frente a la infección? No sé las respuestas, creo que vale la pena responder estos interrogantes con evidencia.
Darío Hidalgo
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