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Del plebiscito y la seguridad jurídica para el ciudadano

Aún es prematuro empezar cualquier campaña y tomar posición sobre lo que se acuerde en La Habana.

Hace unos días, el jefe de la campaña por el Sí afirmó categóricamente que quienes decidieran acudir a las urnas y votar ‘No’ a los acuerdos suscritos por el Gobierno y las Farc eran personas que preferían la guerra sobre la paz. De otra parte, los que se oponen a los acuerdos en bloque indican que el plebiscito es ilegítimo. Es el tono de lo que serán las campañas por el ‘Sí’ y por el ‘No’ en torno a los acuerdos de La Habana.
Aún es prematuro empezar cualquier campaña y tomar posición sobre lo que se acuerde en La Habana. Como señaló hace varios años el presidente Santos: “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Si no hay nada definitivo, ¿sobre qué textos pueden avanzarse procesos pedagógicos hacia la ciudadanía?
En no pocas ocasiones una ha sido la versión de los negociadores del Gobierno y otra la que presentan los miembros de las Farc sobre algunos puntos ya conversados. Recientemente expresaba uno de los negociadores de la guerrilla que si no había una ley de amnistía previa al plebiscito, nada se firmaría. Cabe preguntarse: ¿hay algo acordado definitivamente?, ¿lo que dicen los textos hasta ahora conocidos es inamovible e intocable?, ¿se puede afirmar con certeza que eso es lo acordado por las partes? La respuesta es ‘no’.
El único que ha afirmado que si el texto sometido a votación no es avalado por el pueblo se volvería al estado de conflicto previo a los diálogos es el Gobierno y sus voceros. Ni las propias Farc contemplan este escenario.
El comunicado (no hay texto de sentencia) emitido por la Corte Constitucional a partir de la declaratoria de exequibilidad de la ley estatutaria sobre el plebiscito señala que el carácter vinculante del mismo se predica solo del Presidente de la República. Es decir que si gana el ‘No’ el Presidente no tiene competencia para expedir ni tramitar normas que implementen los acuerdos; pero no significa que no pueda acordar con las Farc la re-negociación de algunos puntos para luego buscar implementarlos de la manera que corresponda en ese momento.
Decir que quien vote por el ‘No’ es guerrerista o que el que vote ‘Sí’ está votando por la claudicación del Estado no tiene fundamento, pues nada está acordado.
Ahora ha anunciado el Gobierno que el plebiscito se convocará sin que haya un acuerdo final. Este solo se tendrá cuando el texto esté en firme, suscrito por ambas partes.
Anunciar que el plebiscito será convocado antes de la firma, mientras las Farc adelantan su conferencia, es desconocer la decisión de la Corte.
No puede soslayarse la seguridad jurídica que requieren los ciudadanos para discernir su voto. ¿Cómo hacer, entonces, una campaña sobre algo que no existe y sobre lo cual no hay certeza?
La lectura y estudio de los textos hasta ahora publicados debe hacerse en el entendido de que ellos no son inmodificables; todo lo contrario. Por esto, cabe adelantar campañas ahora. Tratar de convencer a la ciudadanía de votar ‘Sí’ o ‘No’ sobre algo por lo pronto incierto (los términos de los proyectos de acuerdos sobre los cinco temas conversados teóricamente pueden modificarse hasta el momento en que “todo esté acordado”) es un engaño.
Llegado el momento de la votación, optar por el ‘No’ sigue siendo una posibilidad, una opción legítima y válida. Escoger el ‘No’ de ninguna manera significará votar por la guerra, sino por unas condiciones distintas a las planteadas en ese momento por el Gobierno y las Farc para resolver temas sobre el agro, el problema de las drogas, la participación política de los guerrilleros, el modelo de justicia transicional –que por ahora no será solo para los delitos cometidos por los miembros de las Farc–, y la manera de llevar a cabo el desarme.
CLAUDIA DANGOND
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