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Tres hipótesis

La gente pide cambios esenciales en lo que sostiene este sistema.

En esta oscuridad en la que nos ha metido el Presidente, los políticos, los analistas y los ciudadanos se preguntan, día a día, qué resultará de todo esto y qué destino tiene Colombia. La incertidumbre produce especulación, y hoy tenemos tres hipótesis que tratan de explicar lo que ocurre.
Primera: el Presidente y su gobierno no saben de qué se trata esto. Atónita, la gente ha presenciado la incapacidad de respuesta ante un movimiento tan amplio de protesta. Después del vandalismo de oscuros encapuchados, que nadie sabe de dónde salían o quiénes los dirigían, además de la respuesta desmedida del Esmad, ha crecido la presencia pacífica de las gentes en las marchas, en los cacerolazos y las manifestaciones festivas y artísticas.
Este crecimiento ha obedecido a la falta de una respuesta adecuada del Gobierno y de sus seguidores, que han escogido, dando golpes de ciego, desacreditar el paro y las marchas a través de tontas explicaciones al atribuir la responsabilidad a Petro, Maduro, el Eln, al Foro de São Paulo o a cualquier agitador externo.
No han visto que la causa de este movimiento yace en la insatisfacción de la gente con el Gobierno y con nuestra situación de injusticia, corrupción, desigualdad, desempleo, bajos salarios y los irrespetos a los acuerdos de paz. En vez de enfrentar lo inmediato, las demandas de los organizadores del paro, el Presidente abrió una serie de conversatorios, el último en Cartagena, sobre los problemas esenciales del país, para los cuales espera tener respuestas solo en el mes de marzo del próximo año.

Los que han subido al presidente Duque, y apoyado hasta ahora, se han cansado de sostener tanta ineficiencia. Les resulta perjudicial para sus intereses y su propia imagen. Lo tienen que dejar caer

Su falta de formación y experiencia en movimientos políticos y laborales ha hecho que el Gobierno no sepa cómo manejar este movimiento. Los paros se resuelven con sesiones de poquísimos representantes de cada lado, sin levantarse de la mesa, sin dormir, y reduciendo las aspiraciones de lado y lado hasta encontrar un acuerdo viable. Angelino Garzón, envejecido y con bando trocado, no es la clave. El no afrontar el paro es un error que hace crecer el movimiento de protesta.
Segunda hipótesis: los que han subido al presidente Duque, y apoyado hasta ahora, se han cansado de sostener tanta ineficiencia. Les resulta perjudicial para sus intereses y su propia imagen. Lo tienen que dejar caer. Solo los limita la preocupación de que Marta Lucía, con sus ojos, su boca y sus agallas abiertas, lo remplace. No falta quien afirme que las relaciones entre el Presidente y el uribismo están rotas o deterioradas.
¿En quién estarán pensando para dar el salto? ¿Alguien que asegure la continuidad de beneficios y privilegios que este gobierno ha dado a las grandes empresas y a los grandes capitales? ¿Golpe?
Tercera hipótesis: el barco se está hundiendo. El movimiento social que presenciamos parece ser, no sabemos con qué fuerza ni con qué eficacia, un síntoma de que le ha llegado un freno al sistema capitalista global extremo, más financiero que fabril, basado en la altísima concentración de capital, en la especulación y en la explotación supranacional. Lo que ocurre aquí tiene y ha tenido su parangón en varios países del mundo. La gente está cansada, y emerge una conciencia de rebeldía que se expresa en las calles de una manera que no ha sido común entre nosotros.
El Gobierno, los políticos tradicionales, los grandes empresarios y los gremios que los representan no piensan que esto que vemos tiene implicaciones a largo plazo. La gente, que ya no será como antes, pide cambios esenciales en lo que sostiene este sistema: no más corrupción, más democracia, más educación, gravar los grandes capitales, más justicia, más equidad y paz. Mucha paz. Las tres hipótesis se complementan y articulan.
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