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La otra ventana

Ya no temo sufrir nuevas decepciones. Esta vez abrí la ventana sin esperar fanáticos entusiastas del nuevo acuerdo.

Ayer llegaron a la segunda versión del acuerdo para una paz continua y estable. Cuando firmaron la primera, yo abrí la ventana para ver a la muchedumbre desbordada celebrando una posibilidad de paz. Ya he contado mi desilusión al ver las calles vacías. Después llegué al cénit de la frustración con el triunfo del No. Desde entonces, muchos hemos arrastrado la ‘plebitusa’, ese prodigioso neologismo. Las tusas son autodestructivas.
Ya no temo sufrir nuevas decepciones. Esta vez abrí la ventana sin esperar fanáticos entusiastas del nuevo acuerdo. En estas semanas habíamos visto a los campistas de la paz que perseveraban con tozudez en la plaza de Bolívar. También vimos la agitación del Gobierno y de las Farc, buscando fórmulas alternativas para encontrar un acuerdo que incluyera a todo el país. No dejamos de ver la tozudez impertérrita de los promotores del No para bloquear cualquier acuerdo. Ni siquiera aceptaron participar en conversaciones ni negociaciones. Los cristianos, en tres ramas distintas y una sola intención verdadera, aprovechaban la situación para lanzarse en contra de lo que no fuera hombre con mujer o mujer con hombre. No venía al caso del acuerdo inicial, pero cualquier oportunidad es buena para lanzarse en favor del atraso.
Por lo tanto, no abrí la ventana con ninguna intención de ver entusiastas del segundo acuerdo. Buscaba aire fresco, pero me encontré con un aire enrarecido, una bocanada de tufo, mal aliento. Solo algunos partidos y personajes que ya aprobaban el primer acuerdo, es decir, los partidarios del Sí. Nadie nuevo se ha movido de sus puestos con el segundo acuerdo, excepto los cristianos, a los que seguramente les daba vergüenza seguir combatiendo lo que no estaba en el primer acuerdo.
Pero el No es No. Con la ventana abierta todavía, oía el resollar del ‘expresi/sena’ Álvaro Uribe, que ya ponía dificultades y condiciones antes de leer el texto, después de su larga conversación con el ‘presi’ Santos. Todo los promotores del No debían conocer el texto. Las Farc tampoco agilizaban las cosas, pues obligaron a la publicación completa, es decir, el acuerdo viejo modificado con el acuerdo nuevo. Se hizo.
Los dirigentes del No, según mostraban los noticieros, se agazaparon en la casa del señor Zuluaga, quien antes de la reunión manifestó un desacuerdo “grave” sobre ciertos puntos del nuevo acuerdo. La imagen ampulosa del ‘expro’ Ordóñez sobresalía, produciendo temor y desencanto. Por supuesto, sin leerlo, salió uno de sus voceros, un ‘exmin’ de Defensa, a decir que tendrían que leerlo para poder opinar. Habló la representante de una facción de las víctimas del conflicto, favorable al No. (La derecha colombiana sabe dividir a las víctimas para manipularlas, tal como lo sabe hacer la derecha española). Esta señora, respetable como toda víctima, dijo que con una rápida lectura, sin ser exhaustiva, como debe hacerse, concluía que nada de lo solicitado por ellos había sido incluido en el acuerdo de hoy.
Es claro y evidente. Aunque el Gobierno y las Farc echen sus restos en la negociación, como lo acaban de hacer, no servirá o será suficiente para lograr el sí de los uribistas y otros parauribistas. Para ellos lo importante de esta discusión no es el contenido. Se trata de perder tiempo para llegar a las elecciones que ellos puedan ganar, argumentando que Santos no logró la paz y que las Farc siguen siendo lo que eran. Juegan con la posesión de Trump, su amigo, para que EUA no solo no colabore con la paz colombiana, sino que la bloquee. La democracia, en lo que a votación se refiere, se equivoca mucho y severamente. Veamos los casos 'brexit', Rajoy, plebiscito, Trump y muchos más. ¿Paz para qué?
Carlos Castillo Cardona
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