¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Transformar el Estado...y el Gobierno

Líderes políticos deberían mirar los años treinta para inspirarse y plantear salidas a los problemas

Las crisis traen consigo oportunidades para cambiar el estado de cosas y transformar la sociedad. La que hemos vivido en el último año no tiene precedente en nuestra historia; debería, por tanto, engendrar un nuevo país.
Los líderes políticos harían bien en voltear la mirada hacia los años treinta del siglo pasado para inspirarse y plantear salidas a los problemas actuales. La profunda crisis que estalló en Colombia a raíz del desplome de la Bolsa de Nueva York en 1929, después de la bonanza de los años veinte, dio lugar a una nueva concepción de la función del Estado en la cual la prioridad fue la búsqueda del bien común, por encima de los intereses particulares. La reforma constitucional de 1936 así lo estableció. Afirmó que las autoridades de la república estaban constituidas para, entre otros fines, “asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares”.
Es impresionante repasar los documentos de la época. Por ejemplo, el programa del Partido Liberal de 1935 que incorporó la idea de la intervención del Estado, no mediante un mínimo de gobierno que dejara “en absoluta libertad de acción a las fuerzas individuales... sino para encauzar y dirigir las iniciativas individuales en sentido convergente hacia el bien común”. Se trataba, entonces, de “organizar la libertad política y económica de la nación no solamente para realizar la igualdad ante la ley, sino asegurar la igualdad ante la vida”. Para ello se requería “un gobierno capaz de garantizar todo derecho, de ver científica y desinteresadamente los múltiples problemas que va planteando nuestro crecimiento, y de conservar el orden público dentro de una vida ciudadana ordenada y digna del hombre”. (Molina, Gerardo, Las ideas liberales en Colombia: de 1935 a la iniciación del Frente Nacional, Tercer Mundo, 1977, p. 14).
Es la esencia del liderazgo: conducir a la sociedad a un nuevo y mejor equilibrio de manera ordenada y sin recurrir a la violencia. Es la tarea que la Colombia de principios de la tercera década del siglo XXI tiene por delante. El equilibrio actual, marcado por la pobreza, la desigualdad, el desempleo, la informalidad, la ausencia de crecimiento, es inadmisible e inestable. Un Estado grande, clientelista e incapaz, con el territorio –no solamente en la periferia– en manos de la politiquería y la delincuencia no es sostenible; no es viable para enfrentar y resolver los agudos problemas que nos agobian de tiempo atrás y que desnudó la pandemia en los últimos doce meses.
Hay necesidad de transformar el “Estado de papel”, como lo denomina Rudolf Hommes en su libro, en un Estado que merezca su nombre. Un Estado con varillas de acero, “que proteja a la ciudadanía, provea servicios y ejerza el control en todo el territorio” (Así lo recuerdo, Penguin Random House, marzo de 2021, p. 454).
Esta es la visión con la cual deben diseñarse las reformas institucionales y económicas que den vida al nuevo país. Reformas profundas que, como lo ha propuesto Fedesarrollo, se orienten a estimular la creación de empleo, a mantener y reforzar la política social para atacar la pobreza; a eliminar del subsidio estatal a las pensiones en el régimen de prima media, que promueve los privilegios y la desigualdad. Para lograrlo es para lo que se requiere una reforma tributaria, y que no solamente tape los huecos de las finanzas públicas de este año y el próximo.
Mirando hacia atrás, es claro que toca romper el divorcio entre la política y la economía. Como en los años treinta del siglo pasado, los programas políticos deberían plantear, con el insumo de los técnicos, las ideas para avanzar hacia ese Estado nuevo que apunte al bien común como gran propósito nacional.
Carlos Caballero Argáez
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción