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Incertezas vivas

Incertezas vivas

Se puede decir que toda la nación está como en esos escenarios que contextualiza el arte contemporáneo: en estado de tensión, incerteza viva.

El africano Em’kal Eyongakpa, experto en construir ambientes en disolución, presenta su obra inspirado en un Amazonas nocturno en dos momentos: el canto y la luz de las cigarras alumbrando la noche, pero esas luces se transforman en cascos encendidos de trabajadores que se mueven con dificultad y, ¡zas!, el momento culminante en que bárbaros armados con motosierras derriban los árboles y nos queda el sonido ensordecedor de esas máquinas invasoras. Puede ser una de las obras emblemáticas de la presente 32 Bienal de São Paulo, cuyo título lo enuncia claro: ‘incerteza viva’.

Así que las incertezas que vivimos, degradación ambiental, desplazamientos y refugiados, inequidad vergonzosa en la riqueza, virus mortales que viajan transcontinentalmente y, en fin, el miedo como sensación dominante, conducen a que “cada día existimos en un mundo ganado por el caos”. Pero, ahí se preguntan sus curadores (J. Volz, G. Ngcobo, J. Rebouças, L. Larsen y S. Olascoaga) si, al contrario de estos ritmos dominantes en que la degradación nos subyuga, ¿podemos abrazar y habitar la incerteza? ¿Reconocer la incerteza, más bien, como un sistema de orientación? Ante todos esos déficits que vivimos, es necesario separar la incerteza del miedo. No hacer equiparable la palabra crisis a la incerteza, que opera más bien como una condición que infiltra nuestras cabezas, cuerpos y ciudades. Si el arte trabaja con lo desconocido, la incerteza es uno de sus métodos de trabajo.

Invitado a algunos de los debates de la Bienal (‘Memorial da América Latina’ y ‘Pentágono filosófico y de comunicación’, Japaratinga), en mi intervención sobre “incertidumbre y futuro” surgió el tema de la paz en Colombia, gran ejemplo actual de incerteza social. Señalé este imbricado proceso de signos encontrados que vivimos los colombianos donde han dominado las emociones, los insultos entre bandos divididos como campo de batalla ente el Sí y un No, lo que al final se ha constituido en una buena estrategia para tapar, para culpabilizar al contrario de lo que pueda ocurrir y así mover el electorado. Se puede decir que toda la nación está como en esos escenarios que contextualiza el arte contemporáneo: en estado de tensión, incerteza viva, que podría ser una guía experimental si logramos salirnos de las certezas terribles que sí conocemos y nos amarran.


Armando Silva

ciudadesimaginadas@gmail.com

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