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Caminantes sin destino

La regularización de migrantes es un hecho histórico y hace de Colombia un buen ejemplo en el mundo.

Armando Silva
Ver a distintos grupos caminar por las carreteras nacionales con algunos corotos a la espalda, niños de la mano o en brazos, botellas de agua colgando de sus cinturas, silentes, a veces dejando salir algunos gritos o quejidos o entonando alguna canción o un himno para darse fuerza colectiva, es un amargo episodio humano. Estos peregrinos sufrientes no saben a dónde van a parar, solo saben que huyen del oprobioso régimen dictatorial que no les ha dejado otra salida que huir. Caminan, sencillamente, a ver qué se aparece.
Como si fuese una obra de arte contemporáneo, en la que un colectivo, sin siquiera reclamar derechos, pues no cree que los tenga, avanza tejiendo algo desconocido y se van distribuyendo al azar por las ciudades que encuentra a su paso, como sembrando banderitas por la geografía colombiana que van pisando, desde Cúcuta, Pamplona y Bucaramanga o la costa Atlántica, Tunja, Bogotá, Cali y Medellín. Otros continúan en búsqueda de algún lugar en los países limítrofes, que cada vez los acogen menos. Para colmo del dolor y la infamia, los abandonados caminantes han tenido que hacer sus últimos recorridos en plena pandemia y ser denigrados como posibles portadores del mal.
Por asuntos de investigación urbana fui muchas veces a Caracas y a otras ciudades venezolanas. Siempre fue un placer y, al contrario de lo que se cree, recibían al colombiano con gusto y diría hasta con admiración. Para varios, visitar a Bogotá era un baño saludable de buena arquitectura y letras. La fundación alemana Caracas Case (Huber Klumpner, Alfredo Brillembourg) me patrocinó las investigaciones (coordinadas por el sociólogo Tulio Hernández) y en tal empeño quedaron varios videos (YouTube) y trabajo estadístico de percepción ciudadana, donde podía comprobarse cómo se iba deteriorando su espíritu citadino durante el chavismo, de ser una ciudad alegre, moderna, hacia una Caracas indeseable, enrejada, poblada de terror por todos lados. La última vez que fui, en el 2007, de los 10 investigadores internacionales 7 fuimos asaltados en distintos momentos. Una proporción muy alta para pensar que algo muy malo estaba por venir.
El gobierno del presidente Duque acaba de aprobar la regularización de los migrantes. Este hecho histórico para un país de puertas cerradas hace de Colombia un buen ejemplo en un momento en el que los migrantes en el mundo no son bien recibidos: 2 millones de caminantes sin destino ya han encontrado uno.
Armando Silva
ciudadesimaginadas@gmail.com
Armando Silva
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