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Maradona, mito y telenovela

Si se mira a Maradona, la leyenda está servida. Se enseña su gol en México 86 como justicia divina.

Armando Silva
“Díganles a los argentinos que ya pasaron tres días y no resucitó”, dice un meme que cuestiona la divinidad de Maradona; la caricatura de Levitan en la que el astro llega al cielo y le devuelve a Dios la mano prestada pare meter el gol de la revancha contra Inglaterra en México 1986... son apartes de la elaboración del mito en el planeta fútbol.
De otro lado, los noticieros registran su vida en la más humilde casa, convertida en un museo visitado con pasión. Ahí están su cama, una escultura artesanal donde el jugador pisa el balón como pisando la esfera de la tierra; sus vecinos lo evocan como el que triunfó en la adversidad. Su ingenio y viveza lo llevaron al otro lado de los ricos y poderosos, como es el esquema de la telenovela mexicana, convertida en un gran relato popular latinoamericano.
¿Y cuál es la verdad del mito? Desde los griegos se ha hablado de esa vinculación del mito con lo sagrado; algo en la mente humana persiste en crear figuras, ya sean héroes o varios tipos de fantasmas con los que se suple lo imposible de explicar, lo que no puede ser dicho por el lenguaje, lo extraño y profundo de la psiquis. Si el mito no es dios, puede sí relacionarse con la muerte o con el destino y lo que está previsto en cada ser humano, a veces revelado por los dioses y otras, en ambientes seculares, por señales que dirigen las vidas hacia algo que nos es reservado. Es bien conocido que los niños se duermen fascinados por la lectura de alguna leyenda, una cenicienta conquistada por un príncipe, un chiquitín derrota a un gigantón con una cauchera. Tantos casos que alivian la mente, curan la ansiedad desde un mundo imaginado que derrota el realismo. El arte y la literatura tienen derecho a existir porque los necesitamos para sobrevivir, en contra de cualquier educación positivista.
Si se mira a Maradona, la leyenda está servida... Había una vez un joven humilde pero ágil con su pies prodigiosos, que lo llevaron a ser una divinidad en el fútbol, y el día en que su sociedad más lo necesita para salvar su honor frente a la más poderosa nación, él solo, solito, anota el mejor gol del mundo y luego metió otro gol imposible con la mano, engañando al árbitro pero no a sus compatriotas, que sabían de modo cómplice que era trampa, pero se hicieron los que no la veían por la TV... En la historia nacional se enseña este gol como justicia divina y poética. La nación respira orgullosa y a salvo.
Armando Silva
ciudadesmaginadas@gmail.com
Armando Silva
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