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Los verdes, a la conquista de Europa

Tras la pandemia, los planteamientos ecologistas podrían estar dirigiendo a la vieja Europa.

Antonio Albiñana
Como he comentado en un espacio anterior, se abre paso la necesidad de un nuevo planteamiento verde a la hora de abordar la nueva etapa económica una vez vencida la pandemia del coronavirus. Sin embargo, los últimos acontecimientos en Europa, particularmente el resultado de las recientes elecciones francesas, han puesto de manifiesto el deseo ciudadano de que la lucha contra el cambio climático no espere, sino que vaya de la mano de las excepcionalidades creadas por la pandemia: que se planteen juntos la lucha sanitaria, la económica para salir de la crisis y los objetivos en materia ambiental.

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Lo que ha ocurrido en Francia con la victoria de los ecologistas en la mayoría del país en unos comicios municipales ha significado una crisis del Gobierno, que ha sido cambiado de arriba abajo, y de la dinámica política en uno de los países europeos más importantes. Los verdes gobernarán solitarios o coaligados en 7 de las 10 ciudades francesas más importantes, mientras que los socialistas, por ejemplo en París, han adaptado sus programas al de los verdes y su primer secretario, Olivier Faure, ha ofrecido apoyar una candidatura ecologista en las próximas elecciones presidenciales.
La onda es parecida en una gran parte de Europa. Cuando parecía que el coronavirus iba a reforzar a las formaciones y líderes populistas y de extrema derecha, las primeras elecciones celebradas en un país fuerte víctima de la pandemia sitúan la ecología y los planteamientos progresistas en el centro del juego político. En Alemania, un Estado igual o más decisivo que Francia en la Unión Europea, que dirigirá en los próximos seis meses, los verdes se consolidan prácticamente como la segunda fuerza política. La que llaman ‘canciller en la sombra’, la presidenta socialdemócrata Saskia Esen, está lanzando claros mensajes ecologistas, y la ministra del Medio Ambiente, Svenja Schulze, anuncia una pelea en los próximos meses para que la recuperación económica europea se realice en clave verde.
Si las próximas elecciones presidenciales, en Alemania en 2021 y en Francia en 2022, fueran ganadas por una conjunción socialdemócratas/verdes, con un programa de matriz ecologista, se abriría una nueva época en la Unión Europea, donde el eje París-Berlín es completamente decisivo. Otros países como Bélgica, Austria, Finlandia o Luxemburgo o Italia también cuentan con formaciones verdes o afines y una creciente influencia de estos en los sondeos de opinión. La presidenta de Eslovaquia es una ecologista, Zuzana Caputová. El sesgo hacia nuevas políticas proambientales sorprende, por ejemplo, en Noruega, que tras largos años de prosperidad basada en los combustibles fósiles ha convertido la energía eólica en su gran apuesta de futuro para una economía verde.
Dentro de pocos años, compartiendo la salida de la crisis pandémica, los planteamientos ecologistas podrían estar dirigiendo a la vieja Europa, enfrentándose a la emergencia climática.
P. S. Trágica torpeza. Varias instituciones internacionales, como las universidades de Oxford y de Columbia, se dedican al rastreo de las respuestas de los gobiernos ante la extensión del coronavirus, cuantificando las consecuencias de lo sucedido en aquellos países cuyos mandatarios no se tomaron en serio inicialmente el problema y permitieron que el virus se estableciera ampliamente y que luego se necesitase mucho tiempo para reducir la tasa de infecciones: Brasil, Gran Bretaña, Nicaragua, Estados Unidos... sobre este último, la Universidad de Columbia señala que cuando se conocieron el 26 de febrero los primeros 60 contagios, el presidente Trump afirmó: “El virus se irá”, sin tomar ninguna medida. Solo a mediados de marzo se tomaron las primeras decisiones de aislamiento y cierre de algunos lugares. Si las medidas se hubieran tomado el día 1 de este mes, estiman los investigadores, habrían muerto 54.000 personas menos que las registradas a principios de mayo, el 83 por ciento de las víctimas en ese momento. Muertes absurdas.
ANTONIO ALBIÑANA
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