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Guerra nuclear: ‘Un riesgo grave y real’

El panorama se ha complicado y es una amenaza inminente en el conflicto ruso-ucraniano.

La frase que titula esta columna no pertenece a ningún comunicador sensacionalista. Es del canciller de la más importante potencia nuclear del mundo y fue pronunciada hace apenas unos días. Desde orillas distantes pueden registrarse en la misma línea los pronósticos de importantes analistas. Para el director del ‘Public Policy Center’, Vicenç Navarro: “desde finales de la II Guerra Mundial nunca habíamos visto una situación tan cercana a una guerra nuclear como ahora”. Por su parte, el importante historiador inglés Niall Ferguson, autor de ‘Desastre: Historia y política de las catástrofes’ (debate), considera que “es muy real el peligro de que Rusia utilice armas nucleares”.
Antes de que Serguéi Lavrov anunciase el pasado el lunes en televisión lo antes citado, desde Estados Unidos se recordaba la crisis de los misiles soviéticos en Cuba (1962) y se detectaba que “el mundo vuelve a estar al borde del precipicio”. Como afirmaba el director de la CIA, William Burns (que fue embajador en Rusia), según ‘The New York Times’: “no podemos tomar a la ligera la amenaza que representa el recurso potencial de Putin a armas nucleares, a la que su desesperación ante la no victoria en Ucrania le puede empujar”. A comienzos de este mes, el propio secretario general de la ONU, António Guterres, señalaba que: “un conflicto nuclear está dentro del ámbito de lo posible”.
Recordemos. La carrera nuclear la inició Estados Unidos en 1945, cuando lanzó dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, matando a 250.000 japoneses desarmados, teóricamente para forzar la rendición de Japón. Entonces era el único que poseía el arma nuclear clásica. La situación cambió cuando la Unión Soviética fabricó su bomba en 1949. Empezó así la llamada “Guerra Fría”, cuando las dos superpotencias mantenían una paz basada en la amenaza de una “destrucción mutua asegurada” si alguien apretaba primero el botón nuclear. Más adelante, las otras grandes potencias: Reino Unido, China y Francia, se declararon potencias nucleares “oficiales” y, paradójicamente, miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Solapadamente, fueron sumándose al “club nuclear” India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, poseedores de cabezas nucleares estratégicas que hoy son más de 70.000 en el mundo, con Rusia y Estados Unidos (por ese orden) a la cabeza.
El panorama se ha complicado, y es una amenaza inminente en el conflicto ruso-ucraniano. Los polemólogos se refieren a que si la guerra sigue sin dar resultados concluyentes, el Kremlin podía utilizar las llamadas bombas atómicas de baja intensidad, las denominadas “tácticas”, de las que Rusia posee 2.500, cuya utilización en la guerra aparecen “muy verosímiles” según el diario ‘The Washington Post’ y que, concebidas para ser utilizadas en el campo de batalla, pueden infligir daños considerables en materia de muertos y destrucción.
El presidente Trump desarrolló en Estados Unidos, en la última fase de su mandato, esta especie de “mini-bombas nucleares” (MBM), o “pelotas nucleares” por su tamaño. En 2019 nació la primera de una nueva generación de ojivas nucleares de solo 164 kilos y de una potencia explosiva de 5 kilotones: un solo efectivo puede colocarla en lugares estratégicos. Por su parte, Rusia respondió fabricando la RA-115, “la bomba atómica de maletín” de solo 30 kilos. El impacto comparado de una de estas armas nucleares “tácticas” es que, si la “estratégica” de Hiroshima (por usar la jerga reciente) causó importantes daños y víctimas a 8 kilómetros a la redonda, estas “mini-bombas” afectarían a “solo” 4 kilómetros. Para las tropas rusas el riesgo es grande: es difícil saber qué dirección tomará el viento nuclear, una vez accionada una bomba atómica táctica, hacia dónde se extenderá la nube radioactiva tras su activación. Pero lo más importante: el peligro sobre un desarrollo militar nuclear mundial del conflicto a partir de Ucrania es gravísimo. Desde Washington, altas fuentes militares ya han anunciado que si alguien emplea armas nucleares tácticas, Estados Unidos responderá de manera estratégica (respuesta atómica de la mayor intensidad) y no táctica, porque se trata de una línea roja que no ha sido franqueada desde 1945. La guerra nuclear está servida.
Se están recordando en estos días las viejas palabras del sabio Albert Einstein: “No sé qué armas se usarán en la tercera Guerra Mundial, pero puedo decirle cuáles se usarán en la cuarta: ¡Piedras!”.
ANTONIO ALBIÑANA
(Lea todas las columnas de Antonio Albiñana en EL TIEMPO aquí).
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