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Avanza el dragón chino

En 2050, China, según proyecciones, incluyendo de centros de EE. UU., será la potencia hegemónica.

Más allá de las escaramuzas con Estados Unidos en materia de imposición de aranceles para sus respectivas exportaciones, con repercusiones impredecibles para el resto del mundo, a punto de celebrar el 70.º aniversario de su fundación, la República Popular China, después de consolidarse como segunda potencia económica mundial, avanza hacia el sueño de constituirse en pocas décadas en la gran potencia a nivel global en todas las esferas de poder.
China atraviesa una especie de tercera y definitiva etapa histórica con Xi Jinping. La primera tuvo el protagonismo legendario de Mao Tse-Tung. Desató barbaridades como el dominio irracional de los imberbes ‘guardias rojos’ o catástrofes económicas que llevaron a millones de muertos por el hambre y el desplazamiento interno, pero al mismo tiempo fijó los fundamentos de la nueva China con base en la fórmula del Partido-Estado y sedujo a la izquierda intelectual de medio mundo. Al final acabó pactando con los estadounidenses Nixon y Kissinger, después de estabilizar a su inmenso país como potencia emergente.
A mediados de los 70, siendo periodista en París, fui invitado por dirigentes del Partido Socialista Unificado, que presidía el luego primer ministro Michel Rocard, a acudir a recibir en el aeropuerto de Orly a Deng Xiaoping. Representaba el futuro de China, una vez rehabilitado por el maoísmo, que lo había marginado tras acusarlo de “derechista y contrarrevolucionario” e incluso someterlo los ‘guardias rojos’ a arresto domiciliario. En la conversación posterior a su llegada, Deng, antiguo estudiante en la Sorbona, se mostró como un político culto y refinado que trataba de fijar relaciones en Europa con vistas a una dirigencia china que daba por segura y se confirmó con su ascenso al poder en 1979, tres años después de la muerte de Mao. En esta segunda etapa de la nueva China, Deng Xiaoping se empeñó en la apertura y la modernización económica, poniendo fin al aislamiento, sin dogmatismos. Se recuerda su famosa frase: “Da igual que el gato sea negro o blanco, lo importante es que cace ratones”.
Sin embargo, su aperturismo económico lo combinó con autoritarismo a nivel interno, cuyo hito negativo más importante fue la matanza de estudiantes rebeldes en Tiananmén, de la cual se han cumplido 30 años.
Ahora, Xi Jinping, con el control férreo del Partido Comunista, que se confunde con las estructuras militares y estatales, se dirige a echar a Estados Unidos del tablero internacional, arrebatándole el dominio mundial. Y donde se vuelca esta tercera etapa china bajo el liderazgo de Xi es en la acción económica exterior, desdeñando el gasto militar, que ocasionó la caída de la URSS por su pretendida rivalidad galáctica con Estados Unidos. China tiene una sola base militar en el exterior, en la africana Yibuti, frente a cientos de estadounidenses, muchas frente a sus costas. El 80 por ciento de los países del planeta deben dinero a China. En 30 de ellos, la deuda china representa el 10 por ciento de su PIB, la mayoría en el sudeste asiático y en América Latina. Los chinos también poseen más de un billón de dólares de la deuda pública de Estados Unidos. “¿Cómo negociar con mano dura con tu banquero?” se quejaba la secretaria de Estado Hillary Clinton en una conversación filtrada por WikiLeaks.
En 2050, China, según todas las proyecciones, incluyendo los centros de pensamiento estadounidenses, será la potencia hegemónica del globo.
P. S. Exterminio burocrático. Lo relata el escritor y naturalista Manuel Rivas. Durante el maoísta ‘Gran salto adelante’, las autoridades del Partido Comunista ordenaron la completa extinción de los gorriones en China, para así ahorrar el grano que consumían en los campos. La medida tuvo consecuencias catastróficas. Estas aves insectívoras cumplen un papel fundamental para evitar la transmisión de enfermedades y plagas, así que pronto se desató una emergencia sanitaria en el país. A toda prisa, la burocracia tuvo que ordenar una repoblación con gorriones emigrantes, que duró varios años.
ANTONIO ALBIÑANA
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